El traslado del volcadero de líquidos cloacales finalmente se concretó. Con ello, el que funcionó durante años a metros del club Náutico Sur fue cerrado definitivamente, a la espera de la ejecución de algún proyecto urbanístico. Los vecinos de los barrios Centenario, Chalet y Varadero Sarsotti fueron los primeros en celebrar la noticia, puesto que ya no sentirán el olor nauseabundo que generaba por ser a cielo abierto ni seguirá contaminando el riacho Santa Fe.
La apertura del nuevo vaciadero demoró casi un año. La justificación que brindaron las autoridades durante todo ese tiempo, y que incluso mantuvieron con fuerza hasta semanas antes de que se conociera al 25 de agosto como fecha de habilitación, era que no sabían "qué deposición final darle a los líquidos que por reglamentación no pueden ser transportados por la cloaca máxima" pero que forman parte del trabajo de las empresas atmosféricas, como lo son el contenido barroso de las fosas de los lavaderos de autos y camiones y la bentonita que generan las empresas constructoras.
Como solución, desde Aguas Santafesinas y la Municipalidad decían que los camiones deberían dirigirse hasta la ciudad de San Lorenzo, donde hay una planta de tratamiento para ese tipo de residuos. Pero tal propuesta siempre fue rechazada por las poceras, aduciendo que los camiones no están en condiciones de hacer semejante recorrido varias veces al día.
Finalmente, se aplicó otra solución: arrojar esos líquidos, que no son cloacales, en una zanja que abrió la Municipalidad en las inmediaciones del ex frigorífico municipal, es decir en el noroeste de la ciudad, cuyo destino final son las aguas del río Salado. Es importante destacar que desde las poceras y desde el municipio aseguran que dichos líquidos no son contaminantes ni peligrosos.
Teniendo en cuenta el tiempo transcurrido para el traslado definitivo del vaciadero de líquidos cloacales y la medida que se adoptó para frenar lo que generaba la demora, muchos consideran que en Santa Fe falta conciencia ambiental. Muestra de ello, dicen, es que "si la solución era tan simple podría habérsela implementado antes y con ello ponerle fin al vuelco de líquidos cloacales en la zona sur de la ciudad y a la contaminación del riacho".
No obstante, lo importante es que se haya concretado. Empero, en la ciudad, la lista de problemas ambientales a resolver es extensa. Allí está, por ejemplo, el caso del volcadero de basura que se ha convertido en una montaña de 16 metros, que se levanta entre barrios que en los últimos años han crecido en forma muy rápida. En consecuencia, frente a la enorme masa de detritos, los vecinos elevan sus voces de protesta ya que la vida, sobre todo en verano, es incompatible con los olores que desprende el basural y los bichos que en él se reproducen.
Santa Fe ha crecido en número de habitantes, pero la ausencia de un plan director ha viabilizado asentamientos en lugares inapropiados, bajos, indefendibles, sin servicios; suma de errores que en el tiempo han compuesto un inventario negativo, complejo y costoso de resolver. En esa lista, el volcadero es una cuestión superada, en tanto que el basural requiere una pronta respuesta.
|
|
|