El negocio lo habían cerrado el día anterior: 300 pesos por cada una de las 30 vacas que estaban apunto de parir. El precio era pésimo, pero al vendedor no le quedaba alternativa, desde abril su campo se había convertido en un médano y ya sin rollos, los animales no tenían nada para comer. El precio tampoco era bueno para el comprador, las vacas preñadas eran puro hueso, aunque la idea de llevar el lote a un campo casi en la otra punta de la provincia y que tenía pasto para ofrecer le hacía pensar que a la larga los números iban a servir. Pero ninguna de las partes se esperaba el patético desenlace: la hacienda no pudo subir al camión porque llegado el momento de cargar la jaula, la mayoría de las vacas no tuvo fuerzas para levantarse. El negocio no se hizo. Un gran porcentaje de esas vacas no sólo que nunca parieron sino que se murieron.
"A partir de ese episodio, antes de comprar hacienda lo primero que te preguntan es si los vacunos podrán cargarse, recién después se habla de precios", comenta con resignación Fabián Blanco, miembro de la Sociedad Rural de Stroeder. Para él y para los productores de esa zona ya se hizo rutinario ver animales muertos en los pelados campos, también se acostumbraron a convivir con vacas y ovejas raquíticas, escuálidas, que duelen a la vista. Todo consecuencia de la feroz sequía que el sur bonaerense padece desde hace cuatro años. Y que en 2008 parece más insoportable porque los campos hoy son campos de arena.
Stroeder tiene poco más de 1800 habitantes y está ubicado en el centro de Patagones, el partido más extenso de la provincia y el más alejado de La Plata. Y el más perjudicado por la ya crónica falta de lluvias. Villalonga es otra localidad del distrito, se sitúa un poco más al norte, y muestra una foto muy parecida: la mortandad de animales es periódica y hace que sea imposible cuantificar la cantidad de cabezas perdidas. "Cada vez está más complicado, en muchos casos las vacas ni siquiera están pariendo. Es tan malo el estado que presentan que está todo el ciclo atrasado, no sabemos qué ocurrirá", explica Norberto Pischel, gerente de la Asociación Agrícola Ganadera local.
"Casi ningún productor pudo sembrar trigo porque no había humedad y en esta zona el stock de ganado se ha reducido más de un 30%. La gente no puede tener a las vacas en el campo porque no hay nada para darles de comer", cuentan desde la Asociación de Productores de Villarino Sur.
"No hay muchas alternativas. Hoy cuesta más darle de comer que la vaca misma, entonces a varios productores no les queda otra que dejar morir la hacienda en los campos. Y el que puede, que encuentra comprador y logra cargar los animales, los vende a unos 300 pesos. El día que quiera reponer el vacuno mal vendido le van a pedir unos 1200 pesos. Así que es imposible que un productor recomponga el stock", agrega el empleado de la entidad ruralista.
"La situación es desesperante, hay mucha gente que entiende que a su hacienda le queda una semana de vida, no más. Y todo empeoró en los últimos días, con la llegada de los calores los campos se vinieron muy abajo", describe Alvaro Vila, integrante de la Asociación de Ganaderos y Agricultores de Bahía Blanca.
Arena
Mientras habla por celular, Alvaro está recorriendo un campo en Puán, otro de los partidos más afectados por la ausencia de precipitaciones. Y el tono de voz indica que sus ojos son testigos de una escena angustiante. "Esto es pura arena, nunca había visto algo así... La bebida también está tapada por la arena. La verdad es que es un desastre, es muy doloroso ver en el estado en que están los campos y los animales", explica con sincera sorpresa. La falta de pasto, sumado a la ausencia de lluvias, hace que el pisoteo de los animales degrade el suelo y al ser suelos franco arenosos la capa fértil se va y quede la arena.
Vila fue uno de los productores bahienses que participó activamente de la campaña solidaria que surgió durante el paro agropecuario y sirvió para enviar rollos de pasto a las zonas más sufridas. Y si bien la movida fue un éxito (ver recuadro), lejos está de ser una solución.
"La ayuda es apenas un paliativo. Los campos de Patagones, Médanos y Puán hace cuatro años que vienen padeciendo sequía, entonces el productor no puede encarar ninguna pastura", se lamenta.
Los campos afectados son los exclusivamente dedicados a cría y en los que el productor no tiene más alternativas productivas. "Mucha gente lamentablemente están viviendo una desgracia tan grande que hasta baja los brazos. Porque no tiene escapatoria. No cuenta con recursos ni forrajeros ni económicos para alimentar a sus animales y tampoco tiene la posibilidad de llevar a la vaca a otro campo a pastorear, porque no encontrás un potrero con pasto a menos de 400 kilómetros. Entonces, primero que no dan los costos, y segundo que los animales están tan mal que no soportarían tanto viaje", explica Vila.
Así como está afectado el ganadero que cría lo está el cabañero que produce reproductores. "Son muchísimas las cabañas que están vendiendo los toros a kilo vivo o a los frigoríficos, porque no hay gente que se los compre. Y es lógico, en el estado en que está la hacienda qué toros vas a comprar. Eso es muy doloroso, porque hay que pensar lo que un cabañero invierte en alimento y en genética para criar un toro que le sirva a sus clientes". Hoy las cabañas no tienen clientes, porque esos clientes no tienen vacas.
Las páginas de Internet de pronósticos son las más visitadas por los productores del sur bonaerense. Todos ruegan por la llegada del agua. En Stroeder llevan acumulados apenas 80 milímetros en lo que va de 2008. Allí, el promedio histórico anual ronda los 400 milímetros. En Villalonga sucede algo similar: en lo que va del año llovió alrededor de 120 milímetros, aunque son varios los campos que no recibieron más de 80. La media histórica roza los 450 milímetros.
De todos modos, será fundamental conseguir algo de forraje para cuando llegue algo de lluvia, porque el ganadero es consciente de que con el primer golpe de agua brotarán los verdines, que pueden transformarse en el certificado de defunción de los maltrechos animales. "El pasto no bien nace es muy aguachento y eso a la vaca le produce una diarrea que hace que pierda los pocos minerales que le quedan, y se termina de caer. En campos normales, donde tenés reservas, cuando sucede eso le tirás un rollo de pasto seco y listo, porque el animal se balancea. Pero cuando no tenés nada no lo podés evitar". Y en buena parte de los campos de la región no hay nada de nada.
Cifras
Hay muchas estimaciones sobre las consecuencias que está dejando la extensa sequía. Según un trabajo realizado por productores de la Asociación de Ganaderos y Agricultores de Bahía Blanca, en Patagones, Villarino y Puán la cantidad de vacas de cría ha disminuido a menos la mitad: de 500.000 cabezas a 220.000. En tanto, Blanco, de la Sociedad Rural de Stroeder aporta que desde la ultima vacunación finalizada en mayo y hasta el 20 de agosto se habían ido 20.000 cabezas, "y en esa cifra no tenemos contabilizadas las mortandades", aclara. Así es que hoy la localidad tiene unas 51.000 cabezas, cuando su stock histórico es de 90.000. Los cálculos realizados por la Sociedad Rural de Patagones indican que, en promedio, los productores del distrito disminuyeron su rodeo entre un 40 y un 45%, por la mortandad y las ventas forzadas de vientres.
El subsecretario de Asuntos Agrarios, Fernando Vilella, es el encargado de dar números oficiales, al menos según los datos registrados hasta el comienzo de la segunda quincena de agosto: la mortandad en el sur y sudoeste bonaerense llegó a las 150.000 cabezas, en tanto que la venta anticipada de vientres alcanzó los 240.000 animales. Conclusión: las pérdidas ganaderas superan los 130 millones de pesos.
Más grave aún es lo que se viene. Porque a la mortandad y a la liquidación de vientres se le debe agregar el impacto que tendrá en las pariciones y preñeses el mal estado de las vacas. Son muchos los veterinarios que estiman que el porcentaje de preñez es solo del 40%. Y a ese bajísimo porcentaje hay que agregarle las vacas que se seguirán cayendo y los terneros que mueran.
Los números generales impactan, hacen mucho ruido, y ayudan a entender la magnitud del desastre. Pero es bueno identificar qué tipo de productor ganadero es el afectado. "Estamos hablando de gente con 50 o 100 vacas de cría, e inclusive otros que tienen menos, y que poseen campos de no más de 200 hectáreas. Pero 200 hectárea en esta zona no tienen nada que ver con Tres Arroyos, y acá no existen los pooles de siembra, qué vas a arrendar si no se puede sembrar nada. La gente no puede tener más que vacas de cría, y la carga que permiten es un animal cada cuatro hectáreas. Es gente que apenas podía subsistir y que si no se le da una mano terminará en las ciudades o en los pueblos pidiendo algo para poder vivir", dice Alvaro Vila.
Plan
Al estado actual de la situación, según los técnicos los campos de la región deberían liberarse y descansar un par de años. Sería la manera, ayuda de agua mediante, de recupera las degradadas pasturas. Pero, obvio, eso es imposible. El productor si le saca la hacienda, ¿de qué vive? De modo que es imperioso un cambio en el manejo de las explotaciones. "En la Asociación de Ganaderos de Bahía estamos trabajando en un proyecto sobre siembra de pasturas, que se lo entregaremos a Carbap para que lo eleve a la Provincia", explica Vila.
Y agrega: "En la zona se necesitan sembrar pasturas para poder afrontar años más difíciles, utilizar una adecuada carga animal por hectárea, una modificación en el manejo. La idea es aportarle soluciones a ese productor que está mal económicamente y no tiene ánimo de nada, y no sabe qué hacer porque no tiene ayuda de ningún lado. En ese sentido sería bueno que el socio que siempre está para recaudar impuestos también estuviera para afrontar las malas".
Los días pasan, la lluvia no aparece, y la posibilidad de padecer una primavera seca ahonda la preocupación de los productores. "Si no llueve ahora estamos listos porque no vendrá pasto. ¿Y quién llega al invierno?", se pregunta Pedro, un ganadero de Villarino. "Nadie hermano, no llega nadie", se contesta casi sin variar el tono, con una mezcla de angustia y resignación.
Ojalá que llueva.
Rollos solidarios
La idea surgió durante el paro agropecuario. Enterados que mucha gente no tenía qué darle de comer a sus animales y tampoco plata como para comprar rollos, a los productores autoconvocados de Bahía Blanca se les ocurrió darles una mano con donaciones. Y a través de su hija, que estudia en Bahía, el productor tresarroyense Néstor Leonardi se convirtió en el nexo entre esta zona y la Asociación de Ganaderos y Agricultores de Bahía Blanca, entidad que quedó al frente del operativo solidario.
"Se tiró la idea en una asamblea y todos estuvieron de acuerdo. El resultado es que hasta la semana pasada llevamos donados 17 camiones de rollos -entran 30 por vehículo-", comentó Néstor. Como anécdota quedará el hecho de que fue bastante complicado el viaje de los rollos. "Tuvimos que hacer distintos trámites en Senasa, en el peaje y también en el ente fitosanitario de Bahía... La verdad es que se hizo complicado", contó Leonardi.
Los rollos fueron a campos ubicados en Bahía Blanca, Villalonga, Teniente Origone, Villa Iris, Patagones.
También fue muy importante el aporte realizado por los productores de Gonzales Chaves.
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