Javier Martínez, de 50 años, participó junto a los 18 buzos de la Armada en la operación realizada en el afluente durante los últimos tres días para evitar una tragedia ambiental.
El avezado pescador y nadador se lanzó el pasado domingo a las 7 de la mañana a las oscuras aguas del Magdalena con una soga en su mano.
A varios metros de donde se lanzó Martínez, seis buzos de la Armada Nacional seguían por su lado buscando el camión e ignoraban la maniobra que bajo el agua realizaba el pescador.
Martínez ya llevaba cerca de dos minutos bajo en el fondo del río, a unos 8 metros de profundidad, donde quedó anclado el vehículo, y arriba ya empezaban a preocuparse por su vida.
De pronto, la superficie del agua se rompió y salió Martínez mostrando con una de sus manos la cuerda a la que acaba de sujetar la carrocería del camión, que se había caído el día anterior de un ferry.
"Cuando llegué al fondo sentí el camión y ahí lo amarré de una - contó Martínez y de inmediato la moral de todo el equipo de búsqueda se disparó-. Yo soy pescador, y cada vez que se enreda la malla tengo que bajar al río y arreglarla y por eso aguanto tanto bajo el agua".
Buzos en acción
Una vez ubicado el camión, los 16 hombres rana que envió la Armada a esta zona, en Bodega Central, en el sur de Bolívar, comenzaron el rescate del peligroso producto.
En estos tres días, los buzos y Martínez, ya desde la superficie, trabajaron incansablemente por recuperar la carga y evitar que ocurriera una tragedia ambiental.
Israel Méndez, un buzo con 17 años de experiencia, admite que esta es la operación más riesgosa a la que se ha enfrentado.
La rutina de Méndez era bajar al fondo del río con una bala de oxígeno y una bolsa especial que en el fondo se acciona para que se llene de oxígeno - de la bala- y funcione como flotador.
Bajaba con un cinturón cargado de pesas metálicas, guiado por la cuerda que amarró el pescador a la carrocería del camión.
"Descendemos como si fuéramos banderas ondeando al viento", relató Méndez, para explicar cómo la corriente del agua es más fuerte que ellos y trata de llevárselos, por lo que las pesas le sirven de ancla.
Una vez en el fondo, Méndez, completamente a oscuras, tomaba una caneca en sus brazos, con toda su fuerza, y salía con ella a la superficie, procurando no perder 'el botín' ni golpearse con la carrocería. La tarea era bien difícil. Cada caneca pesaba no menos de 50 kilos y salir del fondo del río era una verdadera prueba de obstáculos, en medio de un silencio que a los buzos no deja de inquietarlos, mientras sus corazones palpitan a todo vapor.
"La fuerza y la presión del agua son enormes y hace que sea más difícil maniobrar", recuerda.
Ya en la superficie, el buzo les entregaba la caneca a sus compañeros, que estaban con Martínez.
De inmediato se escuchaban los aplausos y el buzo alzaba la mano en señal de victoria.
Exhausto, Méndez, como los otros hombres rana, después de un par de horas de buceo, acudían a una improvisada enfermería que se montó en Bodega Central para recibir oxígeno con una máscara, comer algo y recuperar energías.
"Bucear al fondo del Magdalena, es como cerrar los ojos en un cuarto oscuro. No se ve absolutamente nada", dijo Méndez.
Así, una a una, fueron rescatadas las canecas. Hoy, solo les quedaba una por recuperar. Temprano, Méndez espera volverse a sumergir y salir con su último trofeo en brazos.[*]
Ahora, el reto es sacar los vehículos
A las 6 de la tarde de ayer solo quedaba una caneca de cianuro en el fondo del río Magdalena, en el sector de Bodega Central, en Morales (sur de Bolívar), luego de un día exigente para los buzos que participan en el operativo de rescate.
De las 96 que cayeron al río, solo faltaría esta y otra caneca que el Magdalena le arrebató de las manos a uno de los buzos de la Armada, el pasado domingo, cuando comenzó el rescate.
Para el contralmirante de la Fuerza Naval del Caribe, Roberto García Márquez, "esa caneca ya debió salir al Caribe porque si se fue a la velocidad del río, 16 kilómetros por hora, ya debió recorrer los 494 kilómetros que hay entre Bodega Central y Barranquilla".
El oficial no descarta que ese barril pueda estar 'atorado' en una vega del río, pero agrega que hasta la tarde de ayer de eso no se tenía el más mínimo indicio. De aquí en adelante el desafío para las autoridades está en sacar no solo el camión que transportaba el cianuro, sino los otros siete camiones que cayeron al río.
"Como ya tenemos la ubicación de los vehículos vamos a trabajar para sacarlos con un bongo y una grúa de 80 toneladas. Esos vehículos son un obstáculo para la navegación de embarcaciones de gran calado, pues los camiones crean una barrera y el nivel queda de solo 5 metros", explicó el oficial.
*Con reportería de Nohora Celedón
Controlan otro derrame de tóxico
Bomberos de Villavicencio y Cumaral (Meta) controlaron ayer una emergencia generada en el municipio de Paratebueno (Cundinamarca) luego del derrame que presentaba una caneca de butil, un químico tóxico e inflamable, que era movilizado en un vehículo entre Yopal y Bogotá.
El camión fue detectado en un puesto de control de la Policía en Paratabueno, por la vía que comunica a Yopal con Villavicencio. Los bomberos pusieron el tóxico en una caneca de polipropileno, según los protocolos establecidos para el manejo de material peligroso, explicaron. |
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