El agua es oro líquido y en España ha desatado más de una guerra entre comunidades por la realización de trasvases. La última, la pasada primavera entre Cataluña y Aragón, cuando la comunidad mediterránea padecía más de un año sin lluvias. El investigador del CSIC Rafael Rodríguez, coordinador del proyecto MELIA de la Unión Europea (UE) sobre política de agua en el Mediterráneo, ha asegurado que España se ha convertido en "un ejemplo mundial de torpeza" por las "guerras del agua".
Rodríguez ha señalado, en una entrevista con Efe, que las reivindicaciones de los nuevos estatutos de autonomía sobre la gestión del agua suponen "un disparate". Y ha añadido que se suma al "desastre" sufrido en las últimas décadas en España por un desarrollo urbanístico "disparatado". "Teníamos en España las mejores leyes de Europa y un sistema de gestión por cuenca, y ahora empiezan las comunidades autónomas a reclamar competencias territoriales que suponen un retroceso y un error; se debería mantener el sistema de gestión integrada de las cuencas", ha enfatizado. Esta política del agua fue asumida por la UE en la Directiva Marco aprobada en 2000.
"La primera fuente de agua, el ahorro"
"Plantear temas de propiedad del agua, sobre todo asignada a un territorio, es una estupidez porque el agua se rige por sus propios ciclos y cuencas...; no podemos llegar al absurdo de que algunas comunidades autónomas reclamen el derecho de paso de las nubes", ha apostillado Rodríguez, quien durante seis años fue delegado del CSIC en la UE y otros cinco en Andalucía. Ahora dirige dos "acciones de coordinación" de la UE: el proyecto MELIA -que promueve el diálogo euromediterráneo sobre gestión sostenible de recursos hídricos en ambas orillas del Mediterráneo- y el proyecto MIRA -encaminado a consolidar la cooperación científica entre Europa y el Magreb-.
"El agua es demasiado importante para someterla a un debate partidista o territorial", ha aseverado Rodríguez. El investigador ha lamentado además que se toleren "miles de pozos ilegales que destrozan los acuíferos, verdaderas reservas estratégicas para casos de emergencia", y ha opinado que "no es serio pedir luego trasvases".
Para este experto, los trasvases o las desalinizadoras no se deben demonizar ni sacralizar, sino entenderlos como "un abanico de posibilidades" para una política hidrográfica basada "en que la primera fuente de agua es el ahorro".
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