Cinco años de vínculo con el ministro de Planificación, Julio De Vido, y con el secretario de Obras Públicas, José López, le permitieron subir otro escalón. Abel Fatala, el del afiche con el casco blanco, fue designado como subsecretario de Obras Públicas de la Nación, un área en la que se desempeñó localmente cuando fue funcionario del Gobierno porteño de Aníbal Ibarra.
El anuncio se formalizó ayer luego de que la presidenta Cristina Kirchner firmara el decreto, pero en realidad Fatala viene trabajando en el Ministerio desde hace un mes, cuando discontinuó su presencia en la empresa estatal de aguas AySA. “El ministro me encomendó trabajar en los convenios de obras con los municipios, que se van a realizar en forma descentralizada”, le dijo Fatala a Crítica de la Argentina. Ayer tuvo su primera reunión formal con el gobernador de Mendoza, Celso Jaque, y con una decena de intendentes de esa provincia, como subsecretario.
En el cargo, reemplaza a Hugo Rodríguez, quien pasará a trabajar en un proyecto de la gobernación de Buenos Aires. De hecho, tendrá que seguir en contacto, ya que desde la Subsecretaría se manejan los proyectos para la ciudad de Buenos Aires y el conurbano provincial. “Es un cargo de una gran responsabilidad y una posibilidad concreta de mejorar la calidad de vida de nuestros vecinos”, resumió. Ahora, el gobierno de Mauricio Macri tendrá a dos ex funcionarios porteños con poca afinidad de interlocutores: además de Fatala se encuentra el ex ministro de Jorge Telerman, Juan Pablo Schiavi, en el área ferroviaria.
Fatala ingresó al Gobierno nacional en el área de Recursos Hídricos en 2003 y pasó en 2006 al directorio de la estatal Aguas y Saneamiento Argentinos (AySA).
Fue concejal y diputado porteño por el Frente Grande –al que llegó desde el peronismo disidente acompañando a Carlos “Chacho” Álvarez– y se hizo una cara conocida para los vecinos, sobre todo del barrio de Belgrano, cuando salió a dar la cara por las inundaciones que afectaron esa zona, y en particular el centro comercial. Desde allí se multiplicaron sus apariciones públicas, con el casco puesto o el agua hasta el borde de las botas, y un llamativo piloto amarillo.
Cuando se alejó del gobierno de Ibarra fundó su propio partido, Red por Buenos Aires. Ese partido sobrevivió a su acercamiento al PJ porteño –donde reconoce buenas relaciones con “todos los sectores”, dice– y le permite navegar en la política del segundo círculo K: el conglomerado de fuerzas no PJ, como el Frente Grande y Proyecto Popular de Gabriel Fuks. |
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