Supo que algo andaba mal la mañana en que ya no pudo levantarse de la cama. Los 40 años que vivió tomando el agua de Carlos Casares dejaron secuelas irreversibles: el daño neurológico le hizo perder estabilidad y parte de la audición, y apenas puede mirar el sol porque, dice Beatriz Guill, "el arsénico me comió las córneas".
En 2006 ya había perdido la piel de las manos, de las piernas, le caía agua constantemente de la nariz y la picazón la enloquecía. El diagnóstico no fue presuntivo: era HACRE. Lograron bajar su nivel de arsénico pero abandonó el tratamiento. "El medicamento me consumió los glóbulos rojos, sufro de anemia crónica", cuenta. "Y tengo miedo de terminar desarrollando un cáncer".
Silvia Susena (49), convida un mate con agua de bidón. Si calienta la otra, "el arsénico hace muchísimo peor", avisa. En 2004, los médicos confundieron daño neurológico con esclerosis múltiple. La medicación errada empeoró los calambres y el agotamiento. Está intoxicada con arsénico en grado 4 (5 es cáncer). Diego, su hijo, también está contaminado. Silvia fue la primera persona con diagnóstico de HACRE en Carlos Casares. La desinformación la decidió a viajar por los pueblos vecinos para explicar qué pasaba. El farmacéutico Pedro Mayola se sumó: "Nos preparaba los remedios sin cobrarnos y empezó la lucha para que instalen una planta potabilizadora", que hoy tiene los filtros tapados.
Verónica Ferreyra es la esposa de Alejandro Bonetpels, que en 2005 empezó a sentir que se le mojaban las manos y se le escamaban y sangraban las plantas de los pies. "Le quedó una anemia crónica", dice Verónica. Su hija Camila no tiene síntomas pero está contaminada.
Según Fabián Suárez, secretario de Salud local, el 66% de los 580 que se hicieron dosaje de arsénico desde 2004, están contaminados: "No quiere decir que estén enfermos, pero el arsénico es cancerígeno: que se enfermen es sólo cuestión de tiempo".
Un método artesanal
La CNEA refinó un método casero de potabilización, a ajustar según el nivel de arsénico:
En una botella con agua, agregar 2 gramos de hierro (un trocito de alambre de enfardar o de virulana) y una gota de jugo de limón. Agitar bien.
Poner la botella al sol 6 a 8 horas. Se forman flóculos (una especie de polvito marrón), que retienen el arsénico.
Dejar la botella en reposo durante la noche (de 12 a 16 horas). Los flóculos decantarán.
Filtrar el agua mediante una tela o gasa, un filtro de papel para café o cerámica de una maceta.
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