Las frías temperaturas que llegaron en la tarde de ayer, sumadas al cielo encapotado, dieron un respiro a los más de 400 bomberos que, anoche, seguían combatiendo el último foco de fuego activo, el del cerro Uritorco. Continuaban guardia de cenizas en otros tres que parecían controlados: El Pajarillo, Charbonier y en la Estancia la Massa, todos en el norte del Valle de Punilla adonde los llevó el viento sur.
"Las condiciones climáticas vienen mejorando: de los 32 grados del lunes, con una humedad de 14 por ciento y vientos del norte con ráfagas de 60 kilómetros por hora, hemos pasado a un día frío, casi sin vientos y con un pronóstico que, si Dios quiere, nos promete lluvias para esta madrugada o mañana (por hoy)", le dijo a este diario Diego Concha, el subdirector del Plan de Manejo del Fuego de la provincia. Un hombre de 37 años, "bombero voluntario desde los 11", y de opinión respetada.
Es él quien informa que evacuaron varias familias durante la mañana en la zona de Copacabana, "pero sólo por el humo". A bordo de un ómnibus acondicionado para el traslado de la "comandancia" que combate los incendios aparcado en la localidad de Capilla del Monte, Concha dirigió desde allí "las operaciones" que involucraron a más de 650 personas. "Tenemos hoy (por ayer) dos chicos que quedaron a disposición de un juez de menores -sigue Concha ostensiblemente maldormido-. Los changos sólo tienen 15, 17 años. Ellos habrían prendido el fuego de Bialet Massé del martes. Terrible. Una travesura tonta y te inician un incendiazo marca tutuca. Pero así son las cosas: un uno por ciento de los incendios te los provoca un rayo. Otro uno por ciento, la caída de una torre eléctrica de alta tensión; y los otros 98 por ciento, la gente por ignorancia o por hacer daño. Quién sabe. Como esa señora de Ascochinga, o el otro de 23 años en Pilar; o el otro de 52. Educar en esto nos va a llevar muchos años", dice, como para sí mismo.
A su lado, un colega intenta ver "el lado positivo" de los incendios de este año: "Todavía no se nos murió nadie. Esto es un desastre ecológico, los animales perdieron sus pasturas, hay 40 mil hectáreas quemadas. Pero no tenemos muertos", rescató, antes de partir al Uritorco. Anoche, como durante todo el día, ningún centro poblado estaba en peligro y la gente de la zona está atenta a la montaña.
Un reserva de monos se salvó del fuego
En medio de los campos negros y humeantes del Camino del Cuadrado, cien pares de ojos aún miran asustados las cenizas que los rodean. Son los de los monos carayás de la Reserva Natural que, en esa zona, intenta devolverlos a la vida salvaje. Alejandra Juárez, de 47 años, es la dueña y mentora de un sitio de más de 360 hectáreas en el que rescata y "vuelve a los árboles" a los carayás que, según explica "no pueden vivir en cautiverio, como los coalas, y son la principal presa del tráfico de fauna en nuestro país". Vivieron dos días y dos noches de zozobra cuando el fuego consumió la vegetación a pocos metros de la casa en la que viven. Evacuó a sus propias hijas y combatió las llamas con un grupo de bomberos. "Estamos todos vivos y el fuego no pasó."
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