La semana próxima será muy importante para el destino final del acueducto Los Barreales. En Cutral Co se habla por estos días sobre el futuro del ENIM, la negociación con Petrobras y los avances del parque tecnológico. En un segundo plano quedó el futuro de las tierras irrigadas con el acueducto de agua cruda, que requirió de una millonaria inversión y que tiene un futuro por demás incierto.
En las últimas horas se supo que el destino del acueducto está en manos del secretario de Energía, Guillermo Coco, que obviamente se encuentra abocado a la enorme tarea de renegociar los contratos petroleros. En el municipio local aseguran que, más allá de la disponibilidad de horarios, Coco definirá si la irrigación de tierras será para Monte Hermoso o para Challacó.
Cuando la decisión esté tomada seguramente habrá posiciones encontradas y tal vez no haya espacio para un debate concienzudo sobre qué es mejor para este proyecto. Antes de que ello ocurra, conviene recordar que el plan original era irrigar 2.500 hectáreas entre Plaza Huincul y Challacó. A ello se le agregó, a pedido del entonces intendente Eduardo Benítez, que se incorporara la zona de Filli Dei y Monte Hermoso. Casi sin justificación se comenzó por el trazo de Filli Dei que ya fue construido.
Cuando asumió Jorge Sapag el dinero no resultó suficiente para el desarrollo del proyecto y se planificó entonces reducir el plan original solamente a irrigar la zona de chacras de Huincul y los dos barrios rurales de Cutral Co.
Esta decisión planteó innumerables inconvenientes. El mayor de ellos es que la distribución de los terrenos es casi urbana y cualquier proyecto productivo requiere de al menos cinco hectáreas. Las familias que se asentaron en estos barrios rurales son en su mayoría indigentes y no tienen vocación de trabajar la tierra.
Pero promesas son promesas y el gobierno provincial prometió que traería el agua hasta Monte Hermoso, Filli Dei y chacras de Huincul. Así que cambiar, otra vez, los objetivos del proyecto implicarán un costo político. Aún así aparece como la única forma de resolver este intrincado problema técnico y político que generó la mega obra planificada (a medias) por el ex gobernador Jorge Sobisch.
Una realidad parece inevitable: habrá agua cruda para riego. No se sabe qué tierras ni para qué productores. Eso demuestra la poca seriedad con que se trató el tema en los últimos dos años.
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