Después de nueve días de un incendio forestal que sembró terror y destrucción en tres departamentos provinciales (Colón, Punilla e Ischilín) y que tuvo en vilo a toda Córdoba, la nieve se sumó al trabajo de los bomberos y trajo el alivio en las sierras. Ayer se dio por extinguido el fuego, aunque se dispuso una estricta guardia de cenizas en el último foco combatido en el cerro Uritorco de esta localidad serrana.
De los 550 hombres que trabajaron en esta última etapa, bomberos provenientes de todos los cuarteles de la provincia, sólo 90 quedaron en el lugar. De manera preventiva, también se dispuso que tres aviones hidrantes permanecieran en el Aero Club de La Cumbre, para atender cualquier contingencia. Los demás vivieron una jornada de fiesta.
Capilla del Monte fue la postal de la celebración de los bomberos con la nieve, antes de volver a sus lugares de origen. Recorrieron con sus camionetas y las sirenas a todo volumen las calles de la localidad, recogiendo los aplausos y el afecto de los vecinos a cada paso.
Al esfuerzo y sudor de estos servidores públicos se les sumó, ayer a primera hora de la mañana, un fenómeno climático imprevisto: una nevada que alcanzó cuatro centímetros de espesor, aplacando en buena parte los focos de fuego centralizados en el cerro Uritorco, en la zona de La Tramontana y Ojo de Agua.
El fenómeno también se hizo presente en Cosquín, Valle Hermoso, La Falda, Huerta Grande, Villa Giardino, La Cumbre y Los Cocos. Estas localidades, ubicadas en los faldeos de las Sierras Chicas, corrieron serios riesgos los últimos días, a pesar de no haber sido afectados sus radios urbanos, ante un incendio forestal que estuvo a merced de los cambiantes vientos.
Durante el día, cayó además intermitentemente agua nieve y una fina llovizna, que juntamente a la baja temperatura (en algunos momentos bajo cero), terminó de cerrar las condiciones climatológicas ideales para la extinción de las llamas.
El miércoles por la noche y ayer a la madrugada nuevamente se había reactivado el fuego en la ladera este del macizo montañoso, haciendo peligrar la contención y guardia de cenizas que se efectuaba en la zona de La Tramontana, Estancia La Manga, cerro El Pajarillo, Copacabana y Estancia La Maza. Pero los efectivos contaron como aliada imprevista a la nieve, que aseguró los puntos contenidos y colaboró para sofocar el fuego en la zona de los quebrachales del cerro, la considerada más difícil por lo tupido del follaje que no permitía que la humedad penetrara los suelos.
Si bien se daba por extinguido el siniestro, se mantendrá por otras 24 horas la guardia de cenizas. Paralelamente, continuará en funciones la mesa operativa encabezada por Marcelo Colombatti y Diego Concha, director y subdirector respectivamente del Plan Provincial de Manejo del Fuego.
A pesar de la reticencia oficial de evaluar la magnitud del siniestro, se estima que rondarían 70 mil las hectáreas arrasadas por las llamas, en un siniestro donde no hubo que lamentar víctimas ni unidades habitacionales afectadas.
El operativo
550 efectivos de los cuarteles de bomberos voluntarios y sus pares de la Policía; Cruz Roja Argentina; Defensa Civil provincial y de las localidades involucradas; policías de seis Unidades Departamentales.
Equipos. 35 autobombas y camiones cisterna; dos aviones vigías; 65 camionetas; seis aviones hidrantes; dos helicópteros; cuatro ambulancias. Mesa operativa integrada por los intendentes de las localidades afectadas (Villa Giardino, La Cumbre, Los Cocos, Capilla del Monte y Charbonier) y la Fiscalía de Instrucción de Cosquín participaron en la emergencia.
Exhortan a no bajar los brazos porque todavía hay peligro
Diego Concha dijo que habrá altas temperaturas y pueden repetirse los incendios.
A pesar de la alegría de todos quienes estuvieron involucrados en la lucha contra los incendios, el subdirector del Plan de Manejo del Fuego, Diego Concha, advirtió que el peligro de nuevos incendios se mantiene latente en la provincia porque la vegetación está muy seca y se anuncian elevadas temperaturas para la semana próxima.
El funcionario, quien estuvo siempre presente en el centro de operaciones, señaló que aún restan algunos meses de riesgo y recordó que en años anteriores se han registrado incendios hasta noviembre.
También señaló que se dispuso la permanencia de 90 bomberos en los focos de fuego que se ubicaron en los parajes La Tramontana y Ojo de Agua, en la ladera este del cerro Uritorco porque troncos y ramas de quebrachos aún estaban encendidos. Entonces, era conveniente mantener la guardia de cenizas para evitar eventuales reinicios.
“Si bien es una nevada importante en la zona de los incendios, hay que asegurar una muy buena guardia de cenizas durante las próximas 24 ó 48 horas para dar recién ahí concluido y extinguido totalmente el incendio”, expresó.
En tanto, el titular del organismo, Marcelo Colombatti, destacó que la nevada de ayer fue un alivio para todos y auguró que sigan las lluvias para que no se produzcan nuevos incendios forestales.
Concha informó que el resto del personal que trabajó en los incendios que afectaron a las sierras cordobesas ya regresó a sus hogares.
Asimismo, se informó que las tres familias evacuadas el jueves por el intenso humo en la zona de Copacabana, ya se encuentran nuevamente en sus hogares.
“No hay ninguna persona que no haya vuelto a sus viviendas, no hay evacuados”, concluyó.
Incendios en Córdoba
Lo que el fuego se llevó
La desolación que quedó en El Pueblito y en Ascochinga luego del siniestro.
Juan Federico
jfederico@lavozdelinterior.com.ar
La vista duele. Córdoba, sus sierras son, por largos momentos, una inmensa mancha negra. La nariz pica. El olor a quemado, a ceniza, a disolución, invade por todas partes. Hacer un recorrido por las sierras chicas, por El Pueblito y Ascochinga, dos de los cordones montañosos arrasados por el fuego, es un atentado a los sentidos.
La alegría que ayer se vivió en distintas partes de la provincia por la bendita nieve que trajo alivio –justificado júbilo– no puede disimular la tragedia que quedó. Miles de hectáreas reducidas a la nada. No hace falta especular cuánto tiempo costará que vuelvan a ser tierra fértil, tierra saludable. Serán muchos, muchos...
En El Pueblito, localidad ubicada a 38 kilómetros de la ciudad de Córdoba, las lenguas de fuego causaron escozor desde el lunes hasta el miércoles. Recién el jueves, cuando el viento aflojó y el calor se fue, los vecinos estaban un poco más tranquilos. Ayer, con la fina llovizna, la calma iba en aumento.
“Perdí todo”, se lamenta Ernesto Maionchi (64), que habita una humilde vivienda cerca del Mirador donde está emplazada la gruta de Nuestra Virgen del Valle. El hombre fue uno de los pocos que le conoció la peor cara al incendio. El martes a la madrugada se fue a dormir con un ojo abierto. Durante toda la jornada las llamas habían arreciado y quemado varias hectáreas alrededor de su casa, donde además tenía una gomería.
Recién se acostó a las 4, luego de haber estado en alerta porque las llamas estuvieron rondando desde el lunes a la tarde.
Pero no pudo descansar mucho, ya que a las 6 saltó de la cama. El crepitar cada vez más sonoro le anunciaba que lo peor estaba allí.
“El lunes (los bomberos) apagaron el incendio. Se volvió a prender fuego y lo apagaron de nuevo. Pero a la noche comenzó de nuevo y los bomberos no estaban...”, se resigna el vecino, mientras camina entre los restos que le dejó el siniestro.
Cuando se levantó, las llamaradas parecían incontenibles. “Fue un infierno que se me vino encima, no me dio tiempo a nada”, cuenta con los ojos bien abiertos.
En un auto, Maionchi cargó a su mujer, algunas pertenencias y a los dos perros, “Sultán” y “Ton”. Dejó a todos metros más adelante, en un lugar seguro, y regresó para intentar salvar algo de su casa. “De un tanque sacaba agua y tiraba baldazos”, relata.
Las llamas, impiadosas, arrasaron con un compresor, un lavarropas, la cocina y la instalación eléctrica de su hogar. Justo a tiempo, Maionchi sacó una garrafa que de explotar hubiera causado un desastre mayor.
Mientras dialoga con este diario, el hombre acomoda una palangana con agua, para lavarse la cara en una especie de baño improvisado al aire libre.
Cenizas del paraíso. Luego de dejar El Pueblito, donde las sierras están teñidas, en parte, de negro, el recorrido sigue por Ascochinga, donde el paisaje es peor.
En medio de los restos quemados, un toro camina sin entender nada. El animal busca algún espacio verde para pastar, pero le cuesta encontrarlo, al igual que a los otros animales que sobrevivieron del fuego.
En el complejo turístico Las Tres Cascadas, hay una desolación que estremece. La mirada sólo devuelve montañas negras. Cenizas, cenizas y más cenizas.
Miguel Campos, encargado de un campo de la zona, cuenta que durante la semana, entre 15 vecinos hicieron guardia, porque el fuego estuvo a muy pocos metros de quemar todo y a todos. Destacó que los aviones hidrantes pasaron mojando las casas, lo que los alivió bastante.
Al seguir por ese sector de las sierras, se refuerza la amargura. El fuego se llevó una vasta porción del patrimonio de belleza de la provincia. Sólo dejó las cenizas y el olor a quemado.
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