El español Francisco E. Fontúrbel, autor del estudio, plantea que la contaminación del lago Titicaca no obedece sólo a los remanentes de las aguas servidas y a los desechos que llegan de la ciudad de El Alto, sino a la intensa actividad productiva de las comunidades aledañas, agricultura en Alaya y ganadería en Cohana, además de turismo en Copacabana. El documento propone hacer hincapié en el ecoturismo
La contaminación del lago Titicaca obedece, en gran parte, a un problema social generado por los grupos que habitan en las orillas o los alrededores del espejo de agua, tales como la intensiva actividad ganadera desarrollada en la bahía de Cohana, el turismo en Copacabana o la actividad agrícola en Alaya.
Esta aseveración fue hecha por Francisco E. Fontúrbel en el libro Contaminación ambiental y cultural del lago Titikaka: estado actual y perspectivas, auspiciado por la fundación Emegece.
El director ejecutivo de esta entidad, Gonzalo García, explicó que en la obra se plantea que ‘’la degradación del lago la producen los mismos habitantes a través de las costumbres adquiridas con el paso del tiempo’’.
Es evidente —afirma— que la contaminación llega por los remanentes de las aguas de la planta Puchukollo y los desechos que genera la ciudad de El Alto; sin embargo, un factor decisivo es también la actividad humana que se despliega en sus orillas.
El estudio del autor, de nacionalidad española, tomó en cuenta la bahía de Cohana, Copacabana, Tiquina y Ayala para determinar el nivel de la contaminación, además de los factores que inciden en ese fenómeno.
Fontúrbel sostiene que en la bahía Cohana la ganadería intensiva y subvencionada por el lago es la principal causa de contaminación, aunque también obedece a causas externas como la recepción de desechos urbanos, por medio de los ríos Seco, Seq’e y Katari, de la ciudad de El Alto, que incluye un matadero clandestino.
En Cohana se calcula que hay unas 7.000 a 7.500 cabezas de ganado vacuno y en menor cantidad porcino y ovino.
Dicha práctica intensiva se desarrolla en un territorio no apto para ese fin porque no crece pasto suficiente para sostener esa crianza, de modo que el ganado se alimenta con la totora que crece en las orillas.
Señala también que la actividad turística de Copacabana afecta fuertemente a los ecosistemas acuáticos, pero el gran volumen del agua compensa la contaminación y hace que los efectos negativos no sean tan marcados.
No obstante, el incremento de hoteles y restaurantes pueden cambiar estas condiciones en poco tiempo debido al aumento de los niveles de materia orgánica que se descarga al lago, pues los desechos que genera la hotelería van a la playa.
En el criadero de Tiquina se observa, dice el autor, la proliferación de una mancha verde alrededor de la orilla, resultado del alimento que se arroja a los peces y que no es consumido en su totalidad. Si bien en este lugar no se detectó mayor contaminación, el experto cree que el aumento de nutrientes para los peces subirá la concentración de elementos dañinos (nitrógeno y fósforo) en el agua.
La creciente demanda de la trucha en el mercado de la región propicia —revela— el aumento de la densidad de los peces en cautiverio y, por ende, de los impactos ambientales negativos que genera esta práctica.
En Ayala, la actividad agrícola puede ser responsable del incremento de las concentraciones de los anteriores elementos citados, además de su cercanía con la localidad de Achacachi, ciudad intermedia muy poblada que no cuenta con un tratamiento de aguas servidas.
Según García, la población debe tomar conciencia de que el lago no es propiedad sólo de los ribereños, sino un legado y maravilla paceña y nacional.
El especialista concluye que hace falta una estrategia social y ambiental con miras a la conservación de los ecosistemas.
Comenta que muchas veces el aspecto social es dejado de lado cuando se elaboran planes ambientales para la mitigación de la contaminación, por tanto sugiere un programa de información y capacitación sobre potencialidades, uso y desarrollo sostenible de recursos naturales, concienciación sobre los efectos de la contaminación e instrucción en manejo de recursos naturales.
Identifica, a la vez, a la bahía de Cohana como el sector más contaminado en relación con las otras tres áreas estudiadas.
El autor sugiere elaborar nuevos estudios en regiones como Huarina, Huatajata o Santiago de Huata y comparar el lado peruano.
El autor del estudio afirma que la actividad productiva de las comunidades daña el lago sagrado.
La actividad humana es identificada como otro factor para la contaminación del lago Titicaca.
Agricultura y turismo, sin planificación
La actividad agropecuaria es la principal fuente de ingresos de los pobladores del lago Titicaca, seguida de la turística. Por esta razón, diversos sectores del lago han sido transformados y adaptados a la actividad agrícola, incluso con cultivos hasta la orilla, para la crianza de ganado y para la construcción de infraestructura hotelera y servicios turísticos complementarios.
Esas modificaciones del entorno, sin embargo, apunta el libro Contaminación ambiental y cultural del lago Titikaka: estado actual y perspectivas, en la mayoría de las veces no obedecen a ningún plan de ordenamiento territorial, ni cuentan con autorización expresa de la autoridad ambiental competente.
El microclima que genera el gran volumen de agua del Titicaca propicia el cultivo de especies vegetales nativas, principalmente papa, quinua y oca, y también especies introducidas como maíz, cebada y la cría de ganado camélido, vacuno, ovino y porcino. Los campesinos orientan la producción agropecuaria en dos áreas: autoconsumo (17 por ciento) y la venta directa (83 por ciento) de los alimentos sin ningún procesamiento.
El turismo es otro pilar potencial de la economía de la región, ya que las características naturales y culturales propias del lugar atraen a cientos de visitantes cada año. La mayor parte del turismo —apunta el documento— carece de planificación ambiental alguna.
Estas actividades productivas tienen un fuerte impacto sobre los ecosistemas, y con el crecimiento poblacional desde hace algunas décadas “los problemas de contaminación y degradación han aumentado hasta niveles preocupantes”. La actividad agrícola intensiva provocó el agotamiento, salinización y desertización de los suelos, y el uso de insumos agrícolas (fertilizantes, plaguicidas y herbicidas, muchas veces prohibidos) aumentan los problemas de contaminación en la región.
El santuario no trata sus aguas servidas
Copacabana es una población que vive casi exclusivamente del turismo. Se ofrecen servicios de transporte terrestre de diferentes tipos y costos, botes (por horas, por día o por excursiones) , se alquilan kayaks y bicicletas, además de equipos para acampar.
La oferta de hoteles y restaurantes es muy variada en servicios, calidad y precios —apunta el texto Contaminación ambiental y cultural del lago Titikaka: estado actual y perspectivas—. La mayor parte de la infraestructura hotelera y gastronómica es de pequeña escala. Operan como negocios familiares. También existen operadores externos de turismo que manejan complejos hoteleros de mayor tamaño.
Tanto las pequeñas actividades de alquiler de botes, bicicletas y equipo de acampar, como labores de diferente envergadura en hotelería y gastronomía generan impactos negativos en el ambiente. A diferencia de lo que sucede en la bahía de Cohana, la relación entre el trabajo productivo y la contaminación ocasionada son menos evidentes. Las pequeñas actividades generan pocas cantidades de residuos sólidos por día, los que no reciben una gestión adecuada ni tienen un destino final apropiado (de hecho su destino final suele ser la playa, y de ahí, el lago), debido a que no existe un plan de gestión de residuos sólidos para esta población.
En la playa de Copacabana, la basura se encuentra en los suelos por dos razones, porque no hay basureros y porque no existe la educación necesaria para entender que la ausencia de depósitos para desechos no es pretexto para dejar los residuos en la playa.
Copacabana no cuenta con un sistema de alcantarillado cerrado ni con planta de recolección y/o tratamiento de aguas servidas, por lo que éstas van directamente al lago, sin ningún tipo de pretratamiento. Además, la cantidad de residuos sólidos que generan los hoteles y restaurantes es considerable y tiene el mismo destino que sus aguas servidas.
Características del “lago sagrado”
El lago Titicaca se encuentra en América del Sur, entre las repúblicas de Perú y Bolivia, que lo comparten en una proporción de 52 por ciento y 48 por ciento, respectivamente.
En el lado boliviano, el lago está ubicado al oeste del departamento de La Paz; las provincias que limitan con él son: Camacho, Omasuyos, Los Andes, Ingavi y Manco Kápac.
Desde 1995 cuenta con una autoridad binacional, la que tiene autonomía de gestión y decisión y se encarga de los asuntos concernientes a la investigación, conservación y generación de políticas.
El lago tiene una vegetación terrestre y acuática.
Por sus características naturales y su belleza paisajística tiene un potencial turístico muy elevado, pero considerando la fragilidad de los ecosistemas debería analizarse si desarrolla más esa característica.
El lago está siendo utilizado como sumidero de las aguas servidas por casi todas las poblaciones asentadas en sus orillas.
El Titicaca tiene una superficie de 8.562 kilómetros, el lago mayor constituye el 84 por ciento de la superficie total y el menor el 16 por ciento.
Desde 1998, el lago figura en la lista de humedales de importancia mundial de la Convención de Rasmar, de la cual Bolivia y Perú son países signatarios.
Actualmente está poblado por personas de lengua aymara, con presencia menor de quechuas y otros grupos.
Las poblaciones se reúnen en comunidades, como la unidad básica de organización social. Ésta tiene como misión velar por la educación, mejoramiento de viviendas, protección de salud y sanidad, y el mejoramiento de capacidades productivas.
Posee muchas especies animales en extinción y prioritarias para la conservación.
El ecoturismo
El lago Titicaca tiene un potencial turístico elevado, pero un frágil ecosistema. Debe privilegiarse el ecoturismo.
La diversidad de paisajes que se encuentra en la región abre muchas posibilidades para el ecoturismo.
Primero es necesario contar con información científica a fin de diseñar planes de manejo ecoturístico.
También se deben tener modelos ecológicos para hacer predicciones, precisar y evitar daños futuros.
La conservación de los ecosistemas dependen del mantenimiento de las condiciones en márgenes de tolerancia.
Si bien el lago ya ha sido contaminado y no es posible retroceder en el tiempo, existen alternativas.
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