Para la comunidad de Algarrobo representa un auspicioso acontecimiento la reciente firma del acuerdo para que la localidad pueda contar con abastecimiento de agua potable. El propietario de un campo ubicado en las inmediaciones, Osvaldo Rodríguez, rubricó el convenio con el intendente municipal de Villarino, Raúl Mujica, a fin de efectuar la perforación de 16 pozos por intermedio del Servicio de Provisión de Agua Potable y Saneamiento Rural (SPAR).
No solo se trata de asegurar la provisión del vital servicio, sino que se aventará el riesgo que supone la presencia de arsénico en el agua actualmente consumida por el vecindario; factor que representa una clara amenaza para la salud. De hecho, cabe consignar que hace más de una década que el gobierno provincial tiene en funcionamiento una planta de ósmosis inversa en Algarrobo, donde las familias pueden retirar agua potable para el consumo domiciliario. Los antecedentes indican que, en 1984, el SPAR habilitó la red domiciliaria, pero pocos años después quedó desactivada a causa de la presencia de aquel elemento en elevadas proporciones.
Este problema se reproduce en otras localidades de una amplia región, así como en diversas provincias, motivo por el cual hoy se estima que cuatro millones de argentinos se encuentran en riesgo, ya que el consumo habitual de agua con arsénico puede causar lesiones en la piel, enfermedades diversas y hasta cáncer de vejiga y de pulmón. Esta semana se pone en marcha la tercera Campaña Nacional de Información y Concientización sobre la Presencia de Arsénico en el Agua de Consumo, promovida por la Sociedad Argentina de Dermatología, con el fin de instruir a la población sobre los perjuicios causados por el hidroarsenicismo crónico.
Aquella cifra, sin embargo, dista de ser precisa. Así cabe deducirlo de manifestaciones de funcionarios del Ministerio de Salud de la Nación, según los cuales se hicieron trabajos de capacitación en diversas provincias, pero no se dispone de un registro más o menos exacto de las personas en situación de riesgo. Inclusive, se afirmó que pocos dermatólogos saben reconocer una enfermedad que se puede frenar, pero no tiene cura.
Por lo general, grupos humanos de diversa magnitud --porque el fenómeno no sólo se verifica en poblaciones rurales, sino también en los conglomerados del Gran Buenos Aires-- no llegan a adquirir conciencia sobre los peligros que se ciernen a través del consumo de agua de pozo. Los reclamos por contar con plantas potabilizadoras han sido frecuentes en muchos lugares, inclusive en nuestra zona de influencia, pero no siempre se han encontrado en los organismos gubernamentales las respuestas esperadas. Por el momento, en consecuencia, las amenazas emanadas de los altos contenidos de arsénico en el agua que llega a la gente están de pie. Falta que se genere la pronta y adecuada reacción de los entes encargados de proveer los medios para que el consumidor reciba un líquido verdaderamente apto. Por ello, el caso de Algarrobo merece ser señalado como altamente positivo.
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