La imagen de un niño revolviendo la basura o la de chicos bañándose en las infectas aguas del río Reconquista encierran un dato inquietante: se estima que cerca del 70 por ciento de los argentinos de hasta 14 años está en contacto directo con focos contaminantes que ponen en riesgo su salud.
Estas cifras, por lo menos alarmantes, surgen de un relevamiento preliminar realizado por la Defensoría del Pueblo de la Nación, que anunció ayer la creación de un mapa con las cinco zonas de mayor exposición a agentes tóxicos, como desechos industriales, mineros y químicos.
El sondeo incluye también algo que toca de cerca a los vecinos: una de las zonas peligrosas son las veredas de las grandes ciudades como Buenos Aires, donde todos los días cientos de niños inspeccionan las bolsas de basura en busca de algo que comer o de valor.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) proyecta que la Argentina albergará 10 millones de niños menores de 14 años en los próximos dos años. Según elombudsman Eduardo Mondino, por lo menos 7 millones corren el peligro potencial de enfermarse por efecto de la contaminación ambiental.
"Para nosotros, los 10 millones de chicos están en riesgo ambiental de alguna u otra manera. El Estado sólo aparece a veces para reparar la situación y como un bombero que no mira la perspectiva y sin un plan de prevención. Siempre llega tarde a la enfermedad", dijo Mondino, y aclaró que los chicos afectados por patologías relacionadas con la degradación ambiental "son muchos más de lo que se cree". Eso quedará develado con el trabajo de campo.
Según Mondino, la degradación ambiental resulta la causa de graves problemas de salud, como cáncer, leucemia, malformaciones fetales y bajo peso, problemas de fertilidad y afecciones en el sistema nervioso central.
"¿Por qué los niños? Porque tienen una tendencia natural a estar cerca de estos lugares peligrosos. No es que ellos se arrimen a la contaminación, sino que la contaminación se arrimó a ellos. El tema es preocupante y no hay ningún estudio oficial acerca de su impacto", dijo Mondino.
Cinco casos
Villa Inflamable, localizada en el partido de Avellaneda, en el extremo sur de la desembocadura del Riachuelo, es desde hace mucho tiempo un lugar para el espanto. Allí viven unas 42.000 personas. Según estudios oficiales, el 50% de los niños de entre 7 y 11 años presentan "plombemias": es decir, altas cantidades de plomo en sangre.
La cuenca del río Reconquista no es un lugar al que alguien quisiera irse de picnic, como ocurría hasta mediados del siglo pasado. Las aguas de ese curso de agua cambian de color según el tóxico que eliminan las industrias. Allí viven, a lo largo de 82 kilómetros, unos 4 millones de personas en condiciones de alta vulnerabilidad.
En el interior, las dos zonas relevadas por la Defensoría con mayores problemas de contaminación son Abra Pampa, en Jujuy -por efecto de la minería-, y el barrio Ituzaingó, en las afueras de Córdoba -como consecuencia de los agroquímicos-. En el primer caso, según estudios de la Universidad Nacional de Jujuy, existe una acumulación de plomo de entre 1,5 y 17 veces más que la aceptable para la salud. En Córdoba, por ejemplo, fueron detectados 60 casos de patologías oncológicas que tendrían alguna relación con la fumigación de los campos linderos.
Después de la crisis de 2001, la ciudad de Buenos Aires se pobló de cartoneros. Según cifras de la Defensoría, existen 3000 "recicladores", muchos de los cuales van acompañados de sus niños. "Los vemos circular manipulando residuos, lo que implica un alto riesgo de contaminación", dijo Mondino.
El mapa tóxico del organismo estará concluido en cuatro meses y cuenta con el apoyo financiero de las Naciones Unidas. El costo total del proyecto asciende a 120.000 dólares.
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