Después del Ike se ha ratificado que en Granma la tensión siempre continúa los días subsiguientes a las lluvias. Los escurrimientos de provincias vecinas y el de las montañas locales vienen a parar a las corrientes y embalses de este territorio y eso provoca desbordamientos «de película».
Por eso, mientras el huracán llega a las costas de Estados Unidos, en algunas zonas de esta provincia las inundaciones persisten por el frenesí de ciertos afluentes.
El Salado, por ejemplo, ya no solo visita las calles de Grito de Yara, en el municipio de Río Cauto. Ahora también ha provocado estragos en barrios cercanos como La Tres, La Seis y El Uno, todos del Consejo Popular de Santa Rosa.
Incluso, en esa zona, integrantes de la Cruz Roja de Granma debieron efectuar un nuevo rescate. Más de 80 personas veían cómo el agua subía y subía. Y allá fue la ayuda solidaria.
Las inundaciones hicieron que unos 2 000 habitantes de esos sitios, que ya se disponían a retornar a sus hogares, tuvieran que ser evacuados nuevamente la víspera.
Ahora el municipio tiene más de 27 000 trasladados a sitios protegidos, de ellos 6 400 en instituciones públicas. Los Consejos Populares con evacuados son: Cayama, Vado del Yeso, Cauto Embarcadero, Las Mil Nueve, Grito de Yara y Santa Rosa.
Por supuesto, ellos esperan que las aguas bajen como ya sucedió en el propio Grito de Yara —donde subieron medio metro— y en otros lares de Bartolomé Masó y Yara.
Las presas siguen llenas, aunque el Sol raja-piedras de los últimos dos días las han «flaqueado» un poquito. Llegaron a estar al 101 por ciento de su capacidad, por lo que fueron estrechamente vigiladas por los especialistas.
Otros ríos como el Jicotea, el Buey, el Bayamo y el Cautillo truenan todavía, aunque menos que antes.
Granma trata de volver a la normalidad: los círculos infantiles iniciaron la víspera, las aulas de los centros internos se preparan para comenzar el lunes donde quiera que sea posible y se pasa factura para alistar a decenas de ciudadanos prestos a ayudar a otros territorios.
En el área de La Vega del río Bayamo, sepultada por las crecidas, un batallón de militantes de la UJC, federadas y combatientes de la Revolución trabaja por recuperar el lugar.
Y se estrenan estrategias para paliar la escasez de agua potable para la población en Río Cauto, Cauto Cristo, Buey Arriba y Bayamo. En este último territorio la potabilizadora de Santa Isabel no puede trabajar por la turbulencia del líquido. Más de 30 pipas y decenas de carros con tanques comienzan a transportar el agua a los habitantes desde cinco «llenaderos» dispuestos en varios puntos de la urbe.
Las afectaciones eléctricas disminuyen, los centros laborales cogen la marcha y la vida parece volver con su rostro de otros tiempos.
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