El viernes a la mañana, comenzó la entrega del suplemento alimentario balanceado a los productores afectados por la sequía en el municipio de Mburucuyá.
La asistencia consiste en bolsones de alimentos para ganado y es únicamente para los pequeños productores empadronados en la Municipalidad que tienen menos de 50 vientres.
El municipio fue uno de los primeros en gestionar la ayuda a nivel nacional, mientras, en los momentos más difíciles de la sequía, entregaba cargamentos de alimento balanceado por kilaje determinado. Esa distribución continuará durante los próximos 30 días.
Los productores serán asistidos toda la semana o “el tiempo que sea necesario hasta que agotemos el stock de la Nación” había señalado el intendente de Mburucuyá Carlos Medina al ser consultado por La República la semana pasada, antes de su descompensación.
La asistencia nacional se concretó mediante gestiones ante la Secretaría de Agricultura, Ganadería , Pesca y Alimento de la Nación, a cargo de Carlos Cheppi, con la colaboración de la Subsecretaría de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar, a cargo de Guillermo Martini. Esta etapa de beneficios incluye a tres localidades: Mburucuyá, Saladas y Sauce.
Según los registros de la Oficina de Producción, en este departamento fueron cerca de 500 los productores que presentaron declaración jurada de las pérdidas, mientras que, contabilizando los afectados en la región, superan más de mil los afectados,
El jefe comunal de Sauce, José Monti, expresó que la sequía es un problema compartido con varios departamentos, “donde el estado de desesperación lo viven los productores principalmente. Nosotros recibimos un cargamento de alimento para los pequeños productores y vamos a tener una pensión especial para productores de hasta 50 vientres”, explicó. Mecanismos que se aplicará en toda la zona afectada.
Las inscripciones para recibir el subsidio estaban abiertas desde el jueves. En Sauce, son 725 productores de hasta 50 vientres con una totalidad de 20 mil cabezas. Esto representa cerca del 75% de los ganaderos de la zona.
La República, en los campos de pequeños productores de mburucuyá
La sequía y la realidad, más allá de los números fríos
Con la falta de agua amenazando ganados y cultivos, la muerte de los animales sigue denotando la falta de políticas de fondo para este tipo de situaciones. Los subsidios no alcanzan y la seca va poblando de esqueletos los terrenos sin pasturas.
En tiempos cuando la sequía es quizás la palabra más utilizada en el lamento de los productores y su proyección en pérdidas está plagada de malos augurios, un reciente informe periodístico da cuenta de que a raíz de la contingencia climática, el campo argentino está perdiendo unos 4 mil millones de pesos entre la campaña pasada y la actual. Son, al fin, solamente números fríos, que a pesar de reflejar el impacto de la sequía también esconden derrotistas sensaciones.
Se vive una cruda realidad en las provincias afectadas por la intensa sequía que viene golpeando desde hace por lo menos tres años e intensificando sus efectos aún más en los últimos dos.
Según registros del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), el Chaco, La Pampa, Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires, Corrientes, Formosa y Río Negro sufren la sequía con carencias de hasta 700 milímetros de lluvias.
Lapidario, podrían decir algunos, previsible dirían otros, pero a decir verdad, esta coyuntura se veía venir y poco se puede hacer ante los antojos del clima. Y es por eso que, aún en medio del conflicto del gobierno nacional con el campo, la pantalla de la puja política vendó los ojos de muchos.
En el caso puntual de Corrientes, se destaca Mburucuyá como uno de los departamentos más afectados y se estima que la mortandad de animales llega al 23 por ciento del total, con unas 15 mil cabezas perdidas. Sin embargo, resalta el hecho de que trabajadores del Parque Nacional abrieron las puertas de unas 600 hectáreas de la reserva ecológica al ganado de la zona para asistirlo con pastura controlada.
La colaboración es invalorable y es una muestra de que cuando todos tiran para el mismo lado, las empresas pueden al menos sostenerse, y entre tanto procedimiento parlamentario y político, se sigue demorando una asistencia tan real como necesaria para el sector productivo.
Los subsidios no alcanzan para tapar tanto desastre, y al chacarero le duele la improvisación porque entiende que aún están huérfanos de políticas en serio, más allá de lo que considera hoy un acompañamiento meramente asistencialista. Los ganaderos dicen que las políticas nacionales de los últimos años han contribuido al estancamiento del sector, y reclaman una participación que a esta altura se la tienen ganada. Las contingencias debieran ser sólo climáticas, porque las otras pueden preverse.
|
|
|