«El peor escenario no se ha producido», declaró ayer el gobernador de Texas, Rick Perry. Pero el huracán «Ike» se dejó notar. «Algunos muertos», según el secretario de Interior, Michael Chertoff -entre ellos, un niño-, más de un millón de personas desplazadas, otros cuatro millones sin electricidad, inundaciones, incendios descontrolados y viviendas e infraestructuras destruidas en buena parte del Estado resumen el primer balance provisional del impacto en Texas del huracán «Ike», que impactaba a primera hora de ayer en la isla de Galveston con categoría 2.
El ciclón, degradado a lo largo de la jornada a categoría 1 y después a la de tormenta tropical, avanza ahora hacia Arkansas con vientos huracanados en un radio de más de 200 kilómetros. Houston, la cuarta ciudad más poblada de EE.UU., sufrió de lleno la violencia del huracán, que arrancó árboles y postes de electricidad, voló tejados y mantuvo encerrados en sus hogares y en refugios a la mayoría de sus cinco millones y medio de habitantes. Sólo en el centro y en su zona de hospitales, que cuentan con cableado subterráneo, se mantenía el fluido eléctrico.
Las autoridades centraban su preocupación en la isla de Galveston, que fue barrida por olas de hasta seis metros de altura, rebasando la muralla de cinco metros que fue construida para proteger el puerto después de que un huracán dejara 8.000 muertos en el año 1900. Según el periódico «The Houston chronicle», el lado oeste de la ciudad «es literalmente un lago; sólo se observan los techos de las casas y las copas de los árboles: parece como si el Golfo se hubiera superpuesto».
En Galveston y en otros cuatro condados, unas 140.000 personas no obedecieron las órdenes de evacuación obligatoria y desafiaron al huracán para permanecer en sus casas. Durante la noche se sucedieron centenares de llamadas a los servicios de emergencia, que no pudieron ser atendidas por la seguridad de los propios rescatistas.
«La verdad lamentable es que vamos a tener que entrar y poner a nuestra gente en la agobiante situación de salvar a la población que no tomó una decisión prudente. Probablemente realizaremos la operación de búsqueda y rescate más grande que se haya realizado en el Estado de Texas», dijo Andrew Barlow, portavoz del gobernador Rick Perry.
Con los «dedos cruzados»
«No sabemos qué vamos a encontrar. Esperamos encontrar con vida a la gente que decidió quedarse. Mantenemos los dedos cruzados para que toda la gente que se quedó en Galveston haya logrado sobrevivir a esto», declaraba la alcaldesa de esa ciudad, Lyda Ann Thomas. «Para nosotros fue de categoría 10», comentó el jefe de bomberos de Galveston, Mike Varela.
«Ike» ha sido considerado el huracán más grande que golpea el Estado en el último medio siglo, al registrar un diámetro de más de 1.400 kilómetros, y puede ser el tercero más destructivo en la historia de EE.UU., detrás del «Katrina», que asoló Nueva Orleans en 2005, y de «Andrew», que azotó Miami en 1992. Este hurcán provocó el cierre de las instalaciones petroleras en el Golfo de México y de 17 refinerías en el continente, que extraen y procesan una cuarta parte del crudo que produce del país. Algunas empresas de medición de riesgos calculan que el daño potencial que puede acarrear el huracán oscilaría entre 5.000 y 25.000 millones de dólares. Pero el gobernador Perry estimó que el fenómeno podría provocar 100.000 millones de dólares en daños, por lo que se convertiría en la catástrofe más costosa de la historia de Estados Unidos.
Mientras tanto, Cuba trata a duras penas de sobreponerse a los daños causados por el propio «Ike» y, días antes, por la tormenta tropical «Fay» y el huracán «Gustav». Más de medio millón de casas fueron afectadas de manera total o parcial en la isla, y la mitad de la cosecha de caña de azúcar ha sido dañada, según informó ayer el Ministerio del Azúcar. El ciclón segó la vida de siete personas, y más de cien en Haití. El presidente, Raúl Castro, pospuso la realización de uno de sus habituales ejercicios militares para los cuales suele movilizar a una parte importante de su población, a fin de no distraer esfuerzos en la reconstrucción del país. |
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