México presentó tres casos. La contaminación en la cuenca del río Marabasco como efecto del trabajo de una mina instalada hace 40 años; una demanda contra la empresa Confinam SA y el gobierno por un relleno sanitario sobre el acuífero Hidalgo y el gravísimo problema de sequías –como los de la región del Chaco argentino–, en los manantiales de varias comunidades del estado de Morelos, donde se impulsan monstruosos proyectos inmobiliarios.
Yoloxochitl Severino Sopeña llegó desde ahí. Es parte de la comunidad de xoxocotla, del estado de Morelos. Es la única mujer indígena de la delegación que llegó a Guatemala en nombre del Consejo de los trece pueblos del estado. Además, Yoloxochitl es la más joven del grupo y cuando habla no sólo habla por ella sino por la memoria que le trasmitieron sus abuelos y sus antepasados. La comunidad, dice, toma agua del manantial Chigüahuita, a 12 kilómetros del pueblo. A fuerza de una larga lucha, los lugareños hace años lograron que el gobierno nacional les diera permiso para tomar agua del manantial y luego los materiales con los que pudieron construir una línea de conducción hacia el agua. Antes, todo era distinto. “La gente era la que acarreaba el agua de los ríos o de los ojos de agua que estaban en barrancas o donde se acumulaba agua de lluvia. Eran varios kilómetros los que se tenían que recorrer para recolectarla. Los que no tenían caballos o burros, llevaban el agua con las simples manos o en baldes y era bastante sacrificio el que hacía uno para traer el agua”, dice Yoloxochitl. Antes de que el agua llegara hasta las casas, las abuelas se iban a dormir al manantial en forma de protesta. El problema es que cuando consiguieron la obra, empezaron a construirse los barrios populares impulsados por el gobierno, en las zonas periféricas de las grandes ciudades de México para alojar a los sectores más pobres y liberar las zonas más caras. Con el auge de los nuevos barrios, el nivel del manantial bajó. Ahora hay más población y menos agua. Los dirigentes hacen “tandeos” para racionalizar el agua. “Se nos da por horas”, dice Juan Palma Huerta, presidente suplente del Sistema de Agua Potable de la comunidad. “Cinco horas cada ocho días en algunos lugares que les va bien, pero esto es muy grave porque nuestra gente se tiene que desvelar por la noche para recogerla y hay semanas que no la reciben.” La demanda del Consejo de Pueblos de Morelos recayó en contra de la Comisión Nacional del Agua, del gobierno del Estado, la Secretaría de Obras Públicas y la Comisión del Agua y Medio Ambiente.
Nicaragua:Agroquímicos y café intensivo
El cacique José Luis González integra uno de los pueblos que participaron de la Revolución Sandinista y de los sectores con buenas relaciones con el gobierno de Daniel Ortega. Aunque no sabe si son números exactos, su territorio tiene unos 63 mojones de piedra antigua que marcan 43.753 manzanas de tierras de la comunidad. Las medidas, igualmente, no son tan claras. Su pueblo alguna vez envió a uno de los habitantes hasta la ciudad Antigua Guatemala, cuando aún era la capitanía de Centroamérica, para comprar los títulos de las tierras. El emisario nunca llegó porque en el camino tomó algunas copas. Enseguida, trescientas mujeres lo reemplazaron. Salieron organizadas para asirse del título en 1763. Desde entonces, su pueblo tiene 19.000 caballerías porque para la época no se contaba en hectáreas. En este momento, esas tierras son una de las pocas reservas de bosques del país y los reclamos de su pueblo parecen formar parte de las demandas de cualquiera de las comunidades de campesinos argentinos. También ahí, acabadas las tierras, los grandes empresarios comenzaron con la deforestación de los bosques para las plantaciones intensivas de café. “Hasta yo trabajé con un arrendatario –dice el cacique– y una vez le dije: ‘En vez de que esté deforestando, reforeste y siembre café en donde son potreros y no quite la montaña’.” Pero el arrendatario no le hizo caso. “Y hasta ahora se le secaron varios manantiales y ya no tiene agua y de nada le sirvió ser ingeniero agrónomo porque la práctica que él usó se le vino en contra. Y este hombre siembra mucho café y usa los agroquímicos sin protección y en esa finca que yo trabajé, también trabajaban 500 personas y hasta ahora han muerto varios por secuelas del problema. Ellos siguieron ahí, no dijeron nada y usted sabe: porque el que tiene dinero compra todo.”
Este caso de Nicaragua fue presentado en una audiencia preliminar porque los denunciantes aún no tienen concluido el cúmulo de pruebas.
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