Tras 93 días de actividad, la Expo de Zaragoza toca a su fin. El acontecimiento internacional más amplio sobre Agua y Desarrollo Sostenible ha concluido con la vocación de ser un punto de inflexión global.
Su legado se hará llegar a la ONU para que impulse una "nueva visión integrada del agua", como recoge la Carta del Agua, un manifiesto de siete folios a modo de conclusión de la Expo.
Por Zaragoza han pasado en estas 13 semanas todos los que son y están en el amplísimo universo del agua. El meandro de Ranillas, a orillas del Ebro, ha sido el marco escénico para que se expresaran todas las voces que tenían algo que decir no sólo sobre el elemento vital sino sobre su correcto uso y gestión.
En el escenario de la Tribuna del Agua han participado 2.738 ponentes de 148 países. Durante las 10 semanas temáticas también ha habido participación ciudadana en el Ágora, con encuentros, mesas redondas, fotografía, cine, música o cooperación internacional. Otras 17.000 personas han participado en este foro.
Personalidades de la talla de Rigoberta Menchú, Susan George. Mijaíl Gorbachov, Jeremy Rifkin, José Luis Sanpedro o Federico Mayor Zaragoza, son algunos de los autores de los 99 títulos que en dos colecciones que se han editado con sus reflexiones.
Todas estas personalidades y muchas más han firmado un manifiesto sobre Ética en la Gestión de las Aguas que reclama un cambio de paradigma sobre ella, el elemento que en su forma líquida ha hecho posible la vida en este planeta y que nos diferencia de todos los del Sistema Solar y quién sabe si más allá.
Al frente de toda la masa gris que se ha dado cita en Zaragoza ha estado Roque Gistau, el presidente de la Expo. Tomó las riendas del proyecto en abril de 2005 cuando sólo era eso y ha logrado situarlo en una realidad muy tangible con casi seis millones de visitantes.
"Ha sido muy notable. Yo que conozco y he ido a todos los grandes eventos mundiales que ha habido hasta ahora sobre el agua, puedo decir con conocimiento que no hay nada igual", afirma Gistau.
Reconoce que está agotado y que muchas veces ha sufrido un ataque de nervios, "pero estaba previsto". No ha adelgazado ni un kilo por culpa de las comidas y cenas protocolorias, pero se siente muy satisfecho. Y si algo quiere reivindicar es un estudio del por qué los 50.000 voluntarios se han apuntado a entregar gratuitamente su tiempo y esfuerzo.
No han sido los únicos, una legión de trabajadores, técnicos, obreros, camareros y periodistas han dado relumbrón a la gran feria internacional. Y han situado a Zaragoza para siempre en los mapas.
|
|
|