La elevación de las napas freáticas, la disminución del caudal del río Mendoza, la falta de obras complementarias del dique Potrerillos, el aumento de la población y del estrés hídrico son los principales factores que influirán fuertemente para que en 5 años, el abastecimiento de agua para uso urbano y riego esté seriamente comprometido.
El dato surge de un estudio hídrico inédito, elaborado en julio de este año por las Gerencias y el Consejo de Asociaciones e Inspecciones de Cauce del Río Mendoza con datos de la Subdelegación del Río Mendoza y el Instituto Argentino de Zonas Áridas.
A estos problemas hay que agregar el sobreempadronamiento de regantes, la falta de política para el cegamiento de pozos de agua, la basura que corre por los cauces y la falta de una cultura hídrica en la ciudadanía, factor éste que más preocupa a los investigadores, técnicos y usuarios que gestionan los recursos.
La calidad
Los investigadores no dudan en afirmar que al no haber un buen uso de las aguas claras que genera el dique Potrerillos, aumenta el proceso de elevación de las napas freáticas. Las obras que debían hacerse para tratarlas están establecidas por la declaración de Impacto Ambiental en la Resolución 1784/98 del Ministerio de Ambiente y Obras Públicas.
Pero también afecta a la calidad la basura que transportan los canales. Los cauces urbanos del Gran Mendoza recolectan por arrastre y saltación 140 kilogramos de basura por metro lineal al año. De esa cantidad, 89% corresponde a envases plásticos.
En uno de los trabajos de investigación indica Mario Salomón, gerente de la 1º Zona del río Mendoza, que "los residuos arrastrados por el canal Cacique Guaymallén, después de la corta anual, son equivalentes a llenar el Estado Malvinas Argentinas de basura con una altura de 10 metros ".
Otro factor que complica es que el primer nivel de explotación de las aguas -hasta 80 metros de profundidad- está "inutilizable por salinidad y alteración química y biológica".
Lo grave que advierten es que " 40% de las hectáreas bajo riego son regadas con aguas muy salinizadas y en definitiva se genera un proceso de desertificación en la cuenca".
Las zonas
Salomón explica que la zona norte de Lavalle y el Este de la provincia son las más afectadas por la mala calidad del agua, tanto para el consumo humano como el riego.
Se preocupa porque a su modo de ver los más perjudicados serán los pequeños y medianos productores.
En el río Mendoza, de 30 mil parcelas con derecho a riego 65% son de pequeños y medianos productores, es decir que sus terrenos no superan las 10 hectáreas .
También explica el caso de Las Heras, donde en el año 80 había 4.600 hectáreas bajo riego y hoy tiene 200. Allí se encuentra una de las mejores tierras para la agricultura porque no hay heladas ni serios problemas de salinización.
"El inconveniente es que se priorizó la construcción de barrios y con la crisis agrícola muchos se dedicaron a hacer ladrillos y sus tierras hoy están totalmente degradadas y sin recuperación", explica Salomón y sentencia: "Así se afecta la matriz productiva agrícola de la provincia porque hoy Las Heras participa sólo del 1% de la agricultura, siendo que el agro es una actividad que promueve el arraigo de las personas a la tierra porque atrae empleo y mano de obra generalizada.
Maipú y Luján también tienen muy buenas condiciones agroecológicas, pero las alcanzó el boom de la construcción, de country y de la especulación inmobiliaria. Entonces, ¿de qué vamos a vivir, si no se produce?".
Qué dice Irrigación
Eduardo Frigerio, titular del Departamento General de Irrigación (DGI), explicó que hay zonas complicadas por las napas freáticas como lugares de Lavalle, Maipú, Luján y General Alvear.
En este sentido agregó que Irrigación avisa a los productores dónde el nivel freático es alto para que tomen medidas.
"También hay zonas que por naturaleza tienen las napas altas y el suelo salitroso, como también la calidad del agua del río no es la mejor en distintas zonas por la acción de la gente y la contaminación industrial. En el sur de la provincia hay productores que en suelos difíciles y salitrosos han obtenido buenas cosechas de frutas", indicó Frigerio.
Con respecto a las aguas claras, Ricardo Pereyra, jefe del departamento de Hidrología del DGI, explicó que si bien faltan obras "el usuario también debe tener una metodología para que el efecto del agua clara no le sea tan nocivo. Ser más eficiente en su manejo también implica decir al productor que cambie el sistema de riego, que pase del que se hace por surco al de aspersión o goteo. El Estado podrá facilitarle créditos para el cambio de riego, pero la solución es integrada, no sólo del Estado".
Por su parte Frigerio agregó que licitarán la construcción de cuatro canales por 90 millones de dólares entre este año y el que viene. Explicó que esas obras son parte del plan hídrico que también incluye una fuerte política para evitar la contaminación. "El agua no es un recurso renovable; si se contamina se pierde", sentenció.
El problema de los pozos
Otro factor que atenta contra la calidad del agua subterránea es la cantidad de pozos no cegados. En la provincia hay 12 mil pozos y habría que cegar aproximadamente 30% de esa cantidad. Es que han sido instalados con tecnología antigua, con entubamientos precarios y con su vida útil colapsada.
Entonces, además de degradar el agua del primer nivel, también contaminan las que están por debajo de los 80 metros debido a que se generan contactos entre distintos niveles de los acuíferos.
Salomón insiste en que todo esto perjudica a los pequeños y medianos productores, porque un empresario grande puede pagar un pozo que sale unos 240 mil pesos y genera 150 mil litros/hora.
En este punto Frigerio reconoció el problema y afirmó que están realizando un relevamiento para tener la cantidad precisa de pozos, saber cuántos hay que cegar, cuántos funcionan y dónde están.
Los investigadores tomaron diferentes variables para elaborar sus estudios sobre disminución de la cantidad de agua para riego y consumo. Uno es el aumento promedio anual de 2% de la población y un escenario de 30 años con las actuales condiciones de infraestructura, eficiencia y administración.
También consideraron la disminución del caudal del río Mendoza. Desde 1909 a 1998, el promedio era de 52 metros por módulo y "hoy bajó a 49.
Además, los investigadores saben que hay serios pronósticos que afirman un fuerte retroceso de los glaciares, de la cantidad de agua de nieve y las alteraciones en el nivel de precipitaciones en el llano.
Estrés hídrico
“Consideremos que en 2020 dispondremos en la cuenca del río Mendoza -afectada por el cambio climático- de sólo 1.154 metros cúbicos/habitantes/año, valor crítico muy por debajo del establecido como estrés poblacional, que es menor a 1.700 metros cúbicos/habitantes/año.
Además hay un marcado índice de pobreza hídrica que para el oasis norte es de 38,6 teniendo en cuenta que un valor menor a 47,9 es severo", sentencia Salomón en una de sus investigaciones. A esto se suma el mal uso.
"Hemos pasado de los 526 litros por habitante por día, a los 680. Estamos bastante lejos de los 250 que indica la Organización Mundial de la Salud como promedio".
Para finalizar explica que "hoy una hectárea cultivada consume entre 11 mil y 14 mil metros cúbicos de agua por año; esa misma hectárea urbanizada consume 40 mil, es decir 3 veces más”.
El balance hídrico todavía está en veremos
Hoy hay 81 mil hectáreas bajo riego inscriptas en el río Mendoza. Esto es así debido a que en la provincia no se realiza el balance hídrico que sirve para definir la disponibilidad hídrica; es decir que determina la oferta de agua y la demanda y, en base a esa relación, si hay excedentes o déficit, se transforman o se asignan nuevos derechos de riego.
Salomón explica que la Constitución de 1916 ya indicaba que había que realizar este balance.
Pero después, la ley 6.105/94 y la 7.444/05 le recuerdan a Irrigación que debe realizarlo, ya que existe un proyecto inconcluso de pasar a definitivos los derechos eventuales.
El investigador agrega una reflexión interesante: "No puede aplicarse ninguna ley de ordenamiento territorial o uso del suelo si no se conoce fehacientemente el balance hídrico y el suelo, los principales recursos, junto a la gente y la cultura de nuestras regiones áridas".
Desde Irrigación explicaron que "la elaboración del balance es una tarea delicada y responsable. El uso va cambiando, es dinámico por eso es muy difícil hacerlo. Además la provincia no nos asiste con dinero para armar los padrones. Es difícil porque no podemos pasar un derecho eventual a definitivo y después no garantizar el agua", dijo Frigerio.
Este año habrá suficiente
El Departamento General de Irrigación elabora todos los años el pronóstico de escurrimiento, que consiste en precisar si habrá agua suficiente para los cultivos de la provincia.
Si bien falta terminarlo, Frigerio adelantó que "por los niveles de nieve que hay, no va a faltar agua, vamos a tener las cantidades que se ubican dentro de la franja de oscilación máxima y mínima del promedio.
Foto: Archivo Programa Infoambiente |
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