Los numerosos trabajos que se llevaron a cabo pusieron de manifiesto que la extensión geográfica del área contaminada en Argentina era mucho más grande de lo que se pensaba inicialmente: afecta de forma generalizada a la Llanura Chaco-Pampeana, áreas transicionales hacia la cordillera de los Andes y la propia cordillera. Presente en aguas contaminadas para beber, cocinar, para la agricultura y la ganadería, el arsénico actúa como un tóxico de acción lenta y se acumula en el organismo.
En nuestro país se denominó a las alteraciones en salud producidas por el arsénico en el agua: Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE). Afecta a las personas que viven en el área donde la contaminación es alta y beben el agua en forma prolongada. En esta enfermedad, el arsénico se acumula en el organismo lentamente durante muchos años y produce alteraciones en la piel y lesiones malignas cutáneas y en órganos internos. No todas las personas que beben agua contaminada por arsénico adquieren la enfermedad. Hasta el momento, no se conoce cuál es el factor que predispone a contraerla.
El tratamiento es la prevención, evitando la progresión de la enfermedad y la aparición de nuevos casos. Este concepto es muy importante ya que no se pueden revertir las alteraciones producidas por el arsénico en el organismo. Por lo tanto, el trabajo debe concentrarse en la población expuesta tanto como en la población enferma.
El control del agua es la llave para la erradicación del HACRE. Se estima en más de un millón la población argentina expuesta. Las principales provincias afectadas comprenden Chaco, Salta, Santiago del Estero, San Luis, San Juan, La Rioja, Santa Fe, Tucumán, Córdoba, La Pampa, Buenos Aires y recientemente, Río Negro. En todas las provincias se ha encontrado arsénico en las aguas, con valores que superan al propuesto por el Código Alimentario Argentino. A partir de Junio de 2007 el límite máximo de arsénico permitido es de 0.01 mg/l
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