El recurso hídrico es clave para el desarrollo de Mendoza. Y por eso el estudio que difundió Los Andes en su edición ayer encendió una luz de alerta. Es que de no mediar trabajos intensivos en la administración del agua, en cinco años las consecuencias serían graves: escasez para cubrir el riego agrícola.
El estudio fue realizado por las gerencias y el Consejo de Asociaciones e Inspecciones de Cauce del Río Mendoza. Y generó repercusión en especialistas cotidianamente abordan esta situación.
Es el caso de Elena María Abraham, geógrafa y vicedirectora de Instituto Argentino de Zonas Áridas (Iadiza). Plantea que no es necesario esperar cinco años para que se posibilidad se concrete, "porque el recurso está faltando ahora en todas las zonas que no tienen derecho de riego". Y propone que se analice dónde esté el agua y cómo se usa. En tanto, desde el Gobierno, el secretario de Medio Ambiente, Guillermo Carmona, sostuvo que "se están dando pasos en la dirección para atemperar las consecuencias", y que están contenidos en el Plan de Gestión Ambiental 2008-2022, que se presentó hace varios meses.
Para Abraham, "el objetivo de un alerta es sensibilizar y concientizar para que se tomen acciones concretas, ahora. De otra manera, debemos comprometernos con el futuro. El tema es que siempre nos escudamos, y no hablo sólo de los tomadores de decisiones sino todos, preocupándonos por lo que va a pasar en el futuro, sin preocuparnos por lo que está pasando ahora. El futuro está instalado, y desde hace muchos años".
-¿Cómo funciona en este escenario, el cambio climático?
-Tiene que ver, pero el punto decisivo es que el recurso hídrico está comprometido y mal utilizado, o ineficientemente utilizado en la actualidad.
-¿Cuáles son las consecuencias inmediatas?
-El desequilibrio territorial por el mal uso del recurso hídrico y la falta de equidad social. Estamos trabajando, definiendo políticas y asignando recursos para desarrollar áreas que ya están desarrolladas, es decir, los oasis, las áreas de riego, las más beneficiadas por la naturaleza y por los procesos históricos. En esa parte del territorio se concentra todo: población, actividades, el poder, las decisiones, la riqueza y ...el agua.
Esa concentración hace que este pequeño espacio de territorio crezca desmesuradamente en relación con otros sectores del territorio, que suma 97%, el desierto, la zona del secano. Esas tremendas extensiones de la zona no irrigada, contiene a los pocos habitantes que se animan a vivir allí, son los relegados. Son héroes que se quedan, porque la mayor parte, se va.
En territorios que tienen menos posibilidad de desarrollo, los habitantes son ciudadanos de segunda. La gente tiene que irse, dando lugar a la desertificación y al abandono de la tierra, asentándose en las periferias de las ciudades, sin una capacidad de acogida para esta gente que necesita incorporarse al sistema productivo.
Tenemos los cinturones de miseria, los problemas de violencia, el Estado invierte más aplicando subsidios y en asistencialismo, cuando esto se podría mitigar con una planificación que tratara de armonizar estos territorios, generando condiciones mínimas de trabajo y de vida.
-¿Cómo tiene que ver esa realidad con el agua?
-El agua es un río, un caudal que a su paso genera desarrollo, prosperidad. Si este río, este caudal se interrumpe en un territorio, en este caso en la zona de los oasis, obviamente el resto se queda parado en el tiempo. Hace años que desde el Iadiza militamos propuestas de desarrollo para el desierto, para el árido. Pero no llega la planificación ni los recursos.
La idea es plantear no cualquier tipo de desarrollo, sino el que tenga que ver con las capacidades de cada zona. No queremos hacer un Las Vegas en Lavalle ni una de las ciudades del Golfo en La Paz, sino darle a la gente capacidades para competir dignamente en el proceso productivo.
La investigadora recordó que en su esfera de trabajo se ha diseñado un modelo integrado de desarrollo del desierto, que incluye desde la producción de leche de cabra hasta la generación de cooperativas. "Pero, no hay fondos y se concretan cosas en cuentagotas, y casi nada se podría hacer sino fuera por el aporte de recursos del exterior, que creen más en esto que acá, como la cooperación alemana y la de los italianos".
También advirtió que junto con el problema del agua, el otro aspecto a solucionar es la tenencia de la tierra, aún no resuelto.
La opinión del Gobierno
El Gobierno plantea la realización de un trabajo en equipo con Irrigación, el EPAS, los regantes y otras reparticiones. El secretario de Medio Ambiente, Guillermo Carmona, rescata que la temática vinculada al agua está contemplada en varios apartados del Plan General Ambiental 2008-2012.
"Y no son meros enunciados, vamos a cumplir con los puntos planteados. Por eso concebimos un centro de acción en Irrigación, como administrador del recurso, y la participación de esta secretaría y del EPAS en lo referido a la calidad del elemento".
Dijo que la administración actual seguirá acentuando la necesidad de infraestructura pública para el mejor aprovechamiento del agua y a la incorporación de tecnologías que modernicen el uso del recurso.
Puso énfasis en rescatar las obras que están en el convenio entre Mendoza, La Pampa y la Nación por el tema del río Atuel. "Hablamos del aprovechamiento del Grande a través del trasvase, y del financiamiento nacional de la infraestructura tendiente a mejorar el uso del agua sobre esa cuenca".
Añadió que con estos trabajos, "Mendoza puede mitigar los efectos que se están dando con nevadas menos copiosas y lluvias más abundantes en el llano. Los científicos nos advierten que debemos adecuar progresivamente la infraestructura referida al agua a estas nuevas condiciones ambientales".
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