El ciclo natural de la vida necesitaba el regreso de uno de sus elementos fundamentales. El agua había dejado de caer; y como en toda escasez el resabio tenía la imagen de la desolación, no sólo por la muerte de animales, sino por el éxodo de habitantes que no pudieron soportar una crisis hídrica de diez meses, con ocho de mayor intensidad.
Muchas veces LA OPINION se comunicó con el presidente de la comuna de Gregoria Pérez de Denis, Carlos Radimak, pero ni siquiera el año anterior cuando logró normalizarse un caso similar, demostraba un tono como el de ayer. Más de 20 milímetros en un día "ayudan y mucho, porque las represas que estaban con poca agua y muy salada, con este agua que le va a entrar ahora, va a hacer que se mejore mucho la calidad del agua y obviamente se va a poder tirar unos 20 días más a un mes".
Más de ocho meses de ausencia total de lluvias, hacen que más de cien milímetros mensuales sean necesarios para recuperar los niveles de las napas, la composición salina para su consumo y así poder dejar en el recuerdo la asistencia recibida a través de camiones cisterna, e incluso en los últimos días "han implementado un sistema de entrega de agua en bidones directamente en cada domicilio que nos ayuda bastante en el reparto", destacó el responsable de la comuna ubicada en el límite norte del departamento Nueve de Julio.
Radimak dio un ejemplo personal que describe las condiciones en las que los santafesinos viven en aquel rincón. Todos tienen depósitos de agua en sus casas, al no existir la red de agua corriente -mientras los acueductos siguen haciendo esperar-, para acumular en momentos críticos como este, "yo tengo un tanque de nueve mil litros; y con esto que ya cayó está a más de la mitad el nivel, entonces yo ya tengo agua para tirar dos meses más si no vuelve a llover, al menos para lavar la ropa, bañarnos y ese tipo de cosas".
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Ayer por la tarde, cerca de las 13 en Tostado comenzó a llover, como desde el 31 de marzo pasado no sucedía, cuando se habían rondado los 20 milímetros. Con un leve esparcimiento de agua entrada la noche, cerca de 25 milímetros se acumulaban en los pluviómetros, que en localidades cercanas como Logroño y Campo Garay ya habían superado esta marca, horas antes.
El respiro que da el agua, aquieta el polvo en suspensión, mejora levemente el paisaje y siembra la esperanza de continuidad del fenómeno, cuya ausencia generó una pérdida económica superior a los dos mil millones de pesos, con un letargo forzoso que demandará un largo año para recuperar la hacienda y el ritmo normal de vida, de seguir produciéndose la lluvia.
Poco, pero sirve
En Rafaela la última lluvia importante había sido entre el 25 y 26 de marzo, cuando habían caído 37 milímetros, en una madrugada intensa en cuanto a tormenta se refiere. Pero a partir de ese momento, sólo restaron pocas lloviznas que llegaron a sumar seis milímetros en mayo y julio, mientras que en junio sólo cayeron 0,5 milímetros; y nada en agosto. Ayer lloviznó desde temprano, de manera constante pero leve, llegando a sumar 5,6 milímetros en toda la jornada, tal como reportara el Radio Club Rafaela en su sitio web. Hasta el momento, la ciudad acumula en 2008 unos 510 milímetros de lluvia, con un déficit recuperable a razón de 90 unidades de medida mensuales, hasta la conclusión del año.
Este quiebre en la racha de la intensa y devastadora sequía, alivia a la tierra, distendiendo los ánimos crispados de todos aquellos que tienen relación directa o indirecta con el campo y sus consecuencias, en un año pleno de golpes de todo estilo; y de soluciones desconocidas, que al menos del lado de la naturaleza haya un mínimo remanso.
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