El turista deseoso de descubrir bellezas naturales encuentra en el Parque Nacional Río Pilcomayo, en Formosa, selvas en galería, palmares, lagunas, cañadas, esteros y pastizales. Esta vegetación cobija a una fauna variada y muy rica, conformando un lugar recomendado a los amantes de los safaris fotográficos.
El área protegida abarca una superficie de 47.754 hectáreas, se ubica en el noreste de la provincia de Formosa, a orillas del río que le da su nombre en el límite con Paraguay, y por sus características ha sido incluida en la Lista de los Humedales de Importancia Internacional (Convención Ramsar)
Desde hace tiempo se aguarda con ansiedad el anuncio de fondos concretos para llevar a cabo obras estratégicas en la reserva natural que permitirán ofrecer una mejor calidad al visitante, tanto de la zona, del país, como a los numerosos turistas que llegan al lugar.
El intendente del Parque Nacional Pilcomayo, Néstor Sucunza, relató que en las vacaciones de julio recibieron la visita de europeos y también de delegaciones de brasileños, tentados por la belleza natural exótica que, habían escuchado, caracteriza al lugar.
“El brasileño generalmente quiere conocer los Cataratas del Iguazú, los glaciares, la zona de nieve, pero esta vez el Parque Nacional Pilcomayo fue una de las opciones”, resaltó el guardaparques en diálogo con La Mañana, y agregó que no sólo vienen a disfrutar de la naturaleza sino a estudiar la naturaleza.
Sin crédito
Manifestó Néstor Sucunza que en el año 2006 el Parque Pilcomayo fue incluido en el Plan Quinquenal de Manejo de Parques Nacionales, sin lograr obtener hasta el momento el crédito necesario para emprender todo el proceso que conlleve a la ejecución de las obras, tema que fue abordado con el secretario de Turismo de la Nación, Lic. Enrique Meyer, quien junto al ministro de Turismo de la Provincia estuvo en el Parque meses atrás.
Las obras comprenderían construcción de nuevos sanitarios, más viviendas para los guardaparques, quienes generalmente no alcanzan a construir su vivienda particular y son trasladados a otro lugar, un centro de atención en la laguna, lo que ha conllevado la presentación de planos, obras de evaluación de impacto ambiental, faltando hasta el momento lo más importante: el crédito para ejecutar las obras. No hay presupuesto para licitar las obras.
En este contexto, el intendente del Parque relacionó a la construcción de nuevas viviendas en el lugar con mayor cantidad de guardaparques, lo que garantizaría una mejor conservación de la biodiversidad, redundaría en una mejor atención al público y mayor seguridad, además de más asistencia investigadora.
Describió que uno de los proyectos consiste en la construcción de un centro de interpretación, una especie de oficina grande, con recursos interpretativos. Además, se quiere realizar un proyecto muy interesante en la laguna, con una arquitectura muy interesante.
En este sentido, señaló que la intendencia encaró obras el año pasado como ser recuperación de sanitarios, senderos nuevos para caminantes, mesas y parrillas para los turistas y cartelería nueva, lo que contribuye al mantenimiento del parque.
“La reserva natural figura en las guías de turismo del mundo, por lo que nuestro objetivo central es mejorar el lugar para atraer a visitantes de distintas nacionalidades a nuestro país, a la provincia y al Parque Nacional”, subrayó Néstor Sucunza.
Sequía, cazadores y quema indiscriminada
Consultado sobre si la actual situación de sequía repercute en el Parque, Sucunza admitió que la situación no deja de preocupar desde todo punto de vista, desde lo productivo para la región y la ciudadanía en general, y desde el mantenimiento de agentes acuáticos en particular.
Sostuvo que la zona cuenta con bañados, esteros y lagunas que comparten el agua y son parte de la biosfera, dependiendo de ellos la generación de vida silvestre, tanto la flora como la fauna, por lo que esta sequía excepcional no pasa desapercibida.
Detalló que los 11 milímetros de lluvia caída no gravitan ante la gran sequía existente, no alcanzan para mantener los humedales, los ambientes acuáticos.
Aquí Sucunza hizo una pausa y consideró oportuno advertir sobre la detección en varias oportunidades de cazadores furtivos, quienes en una actitud totalmente violatoria ingresan al parque con una finalidad bien definida. Citó secuestros puntuales en los últimos meses de armas de caza, de personas que acceden ilegalmente al lugar con cierta facilidad debido a que el Parque se encuentra inserto en una zona de frontera, donde no existe mucho control.
También advirtió sobre quemas indiscriminadas durante los meses de junio, julio y agosto, que hacen temer por la seguridad del parque y aún persisten con la actitud a esta altura del año.
Los tesoros ocultos de la naturaleza
La intendencia del Parque se ubica en la localidad de Laguna Blanca; allí existe un área recreativa con mesas y bancos, fogones, sanitarios y un sector para acampar.
Desde ese sector parten dos senderos de interpretación; uno de ellos es el que lleva a la Laguna Blanca, al que se accede por pasarelas, a través de un peguajozal, donde posiblemente se puedan observar carpinchos o yacarés entre achiras de flores amarillas y enredaderas, además de una interesante variedad de aves palustres. En el cuerpo de agua se puede realizar navegación sin motor.
El otro sendero se denomina "Los tesoros ocultos de la naturaleza", que recorre una porción de monte y un peguajozal.
En el otro extremo de la laguna, próximo a la seccional de Guardaparques "Estero Poí", se ubica un campamento agreste y parte un sendero de interpretación llamado "Los secretos del monte", que en sus 1.200 metros de recorrido da a conocer, fundamentalmente, las diferentes especies vegetales que crecen en el Parque.
Por camino vehicular, acercándose al río Pilcomayo, donde existe un campamento agreste, se inicia otro sendero interpretativo, que desde la seccional Guardaparque Ricardo Fonzo recorre en 5.000 metros, sabanas con palmeras, bañados, isletas de monte y selva en galería llegando hasta la costa del río Pilcomayo.
Los ambientes de espacios abiertos del Parque Nacional Río Pilcomayo son los sitios que mejores posibilidades ofrecen para obtener buenas fotografías; en esos lugares se pueden ver ñandúes y grupos de chuñas de patas rojas. Entre los mamíferos más característicos que se pueden ver allí se encuentra el aguará guazú, una especie de zorro de gran tamaño en peligro de extinción. Sus largas patas le sirven para vadear los sectores anegados. Se caracteriza por su pelaje de coloración rojiza, con el hocico, las patas y la crin negros.
También para fotografiar se destacan los extensos palmares de caranday o palmera blanca, que son utilizadas por las cotorras y otras aves para hacer sus nidos. También se pueden ver carpinteros cabeza pajiza y loros ñenday que anidan en los huecos de los troncos de las palmeras.
Monos
Las "vedettes" del parque son los monos; los hay de tres tipos: caí, carayá y el mirikiná o "mono de noche", todos los cuales pueden encontrarse en los montes de quebracho colorado chaqueño, lapacho y urunday, y en las selvas del río Pilcomayo.
Otros mamíferos de estos bosques que no resultan difíciles de fotografiar son el oso melero o kaaguaré, que se alimenta de los avisperos y termiteros que se encuentran en los árboles, y los coatíes, los que suelen realizar sus recorridas en grupos.
También se encuentran numerosas aves como el surucuá común, el trepador castaño y la choca listada, aunque los que más se destacan son los pájaros carpinteros en sus diversas variedades.
Por otra parte, en los esteros, cañadas y lagunas se concentran grandes cantidades de aves acuáticas como las tres especies de cigüeñas: la americana, el tuyuyú y el yabirú -notable por su vistoso cuello rojo y negro que contrasta con el blanco de su plumaje-. Es común ver a las garzas en las orillas de aguas poco profundas donde buscan peces, ranas y reptiles para alimentarse.
Laguna Blanca
La Laguna Blanca es el mayor cuerpo de agua del Parque, con una superficie de 800 hectáreas, y allí habitan dos especies de yacaré, el overo y el negro, ambas en peligro de extinción. También se encuentran diversos ofidios como la boa curiyú y culebras acuáticas entre las que se destaca la ñacaniná. En sus costas se pueden ver carpinchos y coipos o "nutrias".
La ruta nacional 11 une las ciudades de Formosa y Clorinda; desde esta última, la ruta 86 que pasa cerca del límite sur del Parque, en la localidad de Naineck. Desde aquí, luego de recorrer unos 4 kilómetros por un camino vecinal, se arriba al área recreativa y a la seccional de Guardaparques "Laguna Blanca".
También se puede acceder al Parque desde la localidad de Laguna Blanca por un camino vecinal que luego de 7 kilómetros llega a la seccional de Guardaparques "Estero Poí".
Desde la ciudad de Formosa a Clorinda hay 121 kilómetros, y desde esta última a Laguna Blanca hay 65 kilómetros. |
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