Las malas condiciones del agua potable en Ushuaia es un tema que preocupa a la población en general. Lo cierto es que mientras las autoridades de la Dirección Provincial de Obras y Servicios Sanitarios (DPOSS) aseveran que es totalmente "potable" en toda la cuidad, los vecinos se alertan ante la notable alteración de la apariencia y sabor, que derivó en un consumo masivo de agua mineral. Incluso, popularmente se lo ha atribuido a algunos focos de contagios de gastroenteritis en la comunidad.
Mediante un informe expuesto hace algunos meses en audiencia pública, la empresa proveedora del servicio advirtió que en los últimos años se vio obligada a incrementar progresivamente la cantidad de reactivos utilizados para la potabilización del agua, como consecuencia del crecimiento de la contaminación de los arroyos que abastecen a la capital fueguina. Estudios periódicos realizados en las plantas potabilizadoras señalan la presencia de factores bacteriológicos principalmente vinculados con la actividad del ser humano en la zona.
La situación más crítica estaría circunscripta al arroyo Grande, que surca inmediaciones del Valle de Andorra, donde se encuentra diseminado un asentamiento en el que viven más de 550 familias, en el cual 95% de los casos se encontrarían en forma irregular. En tanto, en el arroyo Buena Esperanza el impacto sería menor.
El diario del Fin del Mundo pudo constatar ayer que los piletones de la Planta Nº 2 Buena Esperanza –que en este periodo del año se surte de los dos arroyos mencionados y aprovisiona al 70% de la población capitalina– trabajan con su capacidad de caudal máximo, trescientos litros por segundo.
En ellos se puede percibir, a la vista, el color marrón intenso del agua, ya procesada, que luego llega a las canillas de los hogares. Prueba de esto es que las condiciones organolépticas (características que se aprecian por los sentidos) se ven totalmente alteradas. En cuanto al color, es medido en una escala en la cual el número 20 es el óptimo para ser distribuida con la calidad necesaria, sin embargo actualmente es de 60. Asimismo, la turbidez alcanza niveles preocupantes. Ésta es medida con un turbilímetro que en estos días registra en un 3.86, mientras que 2 sería el máximo, según los parámetros establecidos mundialmente.
Estas falencias locales estarían principalmente relacionadas con el aumento de la demanda, puesto que el proceso de depuración de agua se vuelve más complicado ante la falta de infraestructura e inversión acorde a la necesidad real de la creciente población. Hasta el punto que desde el año 1995 no se amplía la capacidad de producción en las plantas, cuando en los últimos años el crecimiento de la comunidad fue a gran escala.
En Ushuaia los aditivos químicos que se le añaden al agua cruda para su tratamiento de potabilización son: sulfato de aluminio (un coagulante), cloro en polvo y gas cloro: que funciona como bactericida; y asimismo el cal: regula el PH del agua. No obstante hasta hace solo 5 años se implementaba un tratamiento primario, ya que solo se le agregaba cloro, puesto que otrora el agua de fuente natural tenía muy buena calidad.
Urge mayor capacidad
En ese sentido Alberto Acosta, jefe laboratorio de la planta, destacó: "Si nosotros tuviéramos una planta acorde a la demanda, hoy no tendríamos esta baja en la calidad del agua", aunque aseveró que "lo que nosotros garantizamos es que no tiene bacterias, que es potable y que no le va a hacer mal a quien la consuma".
Por su parte, el director de explotación de la DPOSS, Oscar Garramuño, reconoció que los problemas se profundizan durante la época de deshielo: "Cuando las condiciones cambian, ya sea por deshielo o turbiedades de color, la planta no puede tratar con ese mismo caudal de agua; por lo que es necesario bajar los caudales". De este modo señaló que "baja la cantidad de producción y por ende va a llegar un momento en que no va a haber agua". Por eso adelantó que "vamos a tener que implantar cortes programados para hacer frente a esta situación".
En tanto, actualmente existen obras proyectadas por los técnicos de la DPOSS para abastecer la urbanización en la zona del Río Pipo, aunque se prevé que no será suficiente para alivianar la situación a corto plazo.
Para el Municipio el remedio será la urbanización
La titular de la Secretaría Municipal de Planificación, Desarrollo y Gestión Urbana, Viviana Guglielmi, reconoció que "la manera de revertir" la problemática de la contaminación del arroyo Grande, que atraviesa el Valle de Andorra, será " la distribución de los servicios en el sector", que a su criterio "esta próxima a concretarse".
La funcionaria deslindó todo tipo de responsabilidad del Municipio sobre el caso y reconoció que en esta oportunidad "la autoridad de aplicación es la DPOSS".
El Valle de Andorra es uno de los sectores que para el Municipio será clave en la búsqueda de soluciones a la crisis habitacional que afecta hace tiempo a la ciudad capital, y para la cual ya se está trabajando con proyecciones concretas.
Recientemente se ha licitado la apertura de calles, con un plazo estimado de 120 días, y asimismo la ley de emergencia urbano ambiental, sancionada este año por la Legislatura, buscará generar los fondos necesarios para hacerle frente a los costos de la infraestructura necesaria. |
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