Aunque muy lejos de parecerse a la crítica situación que se vive en algunas zonas del chaco argentino, la falta de lluvias en Uruguay está generando problemas en el principal cinturón agrícola y a nivel de aguadas y represas en el arroz.
Oficialmente no se está pensando en corregir a la baja las proyecciones de rendimientos para otros cultivos como es el caso del trigo.
Intentar comparar lo que se vive en Uruguay con la mortandad de 30.000 a 50.000 cabezas de ganado en Argentina y una caída del orden del 20% en el área de los principales cultivos de invierno, sería exagerar una situación que está lejos de aproximarse. Sin embargo, la falta de precipitaciones está generando problemas en algunas zonas, principalmente en el litoral sur del país, donde se concentra el grueso del área agrícola de secano.
En ese sentido, el técnico de la Oficina de Programación y Políticas Agropecuarias (Opy-pa) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Gonzalo Souto, dijo a El País que, si bien "la situación es peor que si hubiera llovido", desde Opypa aún no se está analizando una corrección a la baja en las proyecciones de rendimientos, especialmente en trigo y cebada.
Souto precisó que si bien hay regiones con problemas severos, particularmente el suroeste de Soriano y el norte y noroeste de Colonia, hay otras regiones donde el estado de los cultivos es muy bueno.
En consecuencia, si bien hay casos particulares en los que, incluso hay pérdidas totales, no se puede deducir de ello que se vea afectado el resultado global de la zafra.
En lo que tiene que ver con el sector ganadero, en el último informe de coyuntura del Instituto Plan Agropecuario (IPA) que comprendió el período entre el 15 de junio y el 15 de agosto pasados ya se advertía que el país vive una situación climática inusual con una temperatura promedio nacional que superó la media histórica. Luego de un otoño extremadamente seco, el invierno comenzó con algunas precipitaciones que fueron insuficientes para lograr equilibrar el nivel hídrico del suelo.
Según el trabajo del IPA, los efectos de la escasez de agua derivada de la sequía otoñal fueron atenuados por el veranillo de julio y la disminución de la ocurrencia de heladas.
Si bien ríos, arroyos y cursos naturales han recuperado su caudal luego de las precipitaciones, los tajamares y represas no han logrado el nivel de agua deseados.
Las reservas de agua para riego se ven menguadas generando incertidumbre sobre el futuro éxito de algunos cultivos irrigados, fundamentalmente sobre el área de arroz a sembrar. Los arroceros siempre plantan las hectáreas que pueden llegar a regar.
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