La sequía ya causó la muerte de 140.000 cabezas de ganado en el Chaco, y sumando a estos perjuicios los ocasionados a la agricultura, las pérdidas totales en la provincia por la falta de lluvias ya superan los 700 millones de pesos. Pero además está el drama humano de 300.000 personas que deben racionar su consumo de agua potable, porque los aljibes y reservorios de que se proveían están secos.
"Es una situación angustiante, sobre todo porque las perspectivas no son buenas, y la sequía podría extenderse hasta diciembre", dijo ayer el presidente de la Administración Provincial del Agua, Pedro Favarón. Ese organismo distribuye actualmente en el interior chaqueño 6 millones de litros diarios de agua entre las localidades más comprometidas. No es, ni por lejos, la demanda que quedó huérfana con la falta de precipitaciones.
Un mes atrás, el Gobierno provincial hizo una estimación oficial sobre los daños provocados por ocho meses de sequía. El cálculo situó en casi 650 millones de pesos el total de pérdidas en la ganadería y la agricultura, y señalaba que eso representa un derrumbe del 41 por ciento en los ingresos que esas mismas actividades hubiesen generado en un año con ciclo normal de lluvias. Ahora, con varias semanas más de emergencia, se tiene por seguro que la cifra pasó la barrera de los 700 millones.
El informe señala que el déficit de lluvias más crítico se registró en 23.000 kilómetros cuadrados del centro y el sudoeste, una superficie que equivale a la cuarta parte del total del Chaco y que es la más cultivada con soja, girasol, algodón y trigo.
El estudio indica que la ganadería tuvo un perjuicio de 347 millones de pesos. El presidente de la Sociedad Rural del Chaco, Enrique Santos, dijo ayer que ese dato ya está desactualizado, porque las 87.000 cabezas perdidas que se mencionan en el informe se elevaron a 140.000. "Para peor, las principales víctimas fueron las vacas de cría, lo que hará que ya el año que viene caigan drásticamente las pariciones de terneros", planteó. La agricultura, en tanto, ya tuvo perjuicios por más de 300 millones de pesos.
En agosto se consideraban pesimistas los pronósticos que afirmaban que recién en octubre habría un ciclo de lluvias significativo. Ahora, los técnicos dicen que eso recién sucedería en diciembre. Para los pobladores de las zonas afectadas, eso suena a tiro de gracia en la frente de la esperanza. Algo parecido a lo que sintieron ayer, cuando al amanecer un cielo encapotado les hizo pensar que iban a tener un gran día y terminaron cosechando, apenas, una frustración más.
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