La lluvia caída no pudo ser más justa. Para el hombre de campo, trajo mucho alivio para poder sembrar los granos gruesos, y favoreció al trigo enormemente, según la apreciación de productores agropecuarios. Hasta ayer a las 15 precipitaron 38,5 milímetros y hacía más de dos meses que no caía agua en cantidad como para aliviar el estado de los campos. Fue el 7 de julio último cuando llovieron 27 milímetros; desde entonces, muy pocas veces lo hizo y apenas cantidades insignificantes: en algunas oportunidades un chaparrón y otra vez apenas 2,5 milímetros.
De todas manera los registros siguen siendo menores a la marca promedio para el mes. Pero lo poco que cayó ayer fueron tan justos que revirtió una situación que apuntaba a ser crítica, deja un trigo en excelente estado, formación de granos, y de la misma manera favorece a la implantación de maíz.
Los especialistas hablan de una irregularidad climática donde septiembre y octubre son meses muy clave para la agricultura. La falta de humedad en zonas agrícolas del distrito hacía prever disminuciones en los rendimientos previstos y en la superficie no cosechable, que sólo era parcialmente reversible con abundantes lluvias en las próximas semanas. Llegó el agua y se espera un rápido reacomodamiento de las condiciones.
El jefe de la estación local del INTA, Juan Cavo, había asegurado que en nuestro partido el problema no era tan serio como en otras regiones. En la opinión del técnico hacían falta unos 20 milímetros para implantar el maíz fundamentalmente. En cuanto al trigo, “aguanta mucho los períodos secos. Hubo años con muchos menos lluvias que éstos donde el rendimiento fue muy bueno”. En ese contexto expresó, por lo tanto, que los rendimientos pueden llegar a ser normal en la próxima cosecha, aún con lluvias recién en octubre; mes en el que se esperan precipitaciones generalizadas, de moderadas a abundantes, que permitirán recomponer paulatinamente las reservas de humedad, logrando su normalización hacia principios de noviembre.
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