Como una bendición, ayer, en medio de los festejos por San Miguel Arcángel, patrono de Entre Ríos, llegó la tan ansiada lluvia y palió en parte los efectos de ocho meses de sequía, considerada en algunos lugares como la más importante en los últimos 100 años. El agua trajo alivio a los productores agropecuarios entrerrianos y del país, aunque aún está lejos de colmar la gran necesidad de precipitaciones que existe en el campo.
En Paraná cayeron unos 50 milímetros hasta el mediodía de ayer según la agencia Ecomet, en tanto en el sur de la provincia, el agua caída sumó unos 40 milímetros.
De todos modos, a partir de esta medida, se plantea la posibilidad de que un porcentaje de trigo logre salvarse y se podrá sembrar los cultivos de la cosecha gruesa, como el maíz, girasol y sorgo.
Si bien no será posible recuperar las pérdidas ocasionadas en la ganadería y parte de los cultivos, esta esperada y demorada lluvia cambió el escenario en pocas horas y permitió avizorar al menos un panorama alentador, tras meses donde en muchas zonas del país no cayó una gota. Comenzó en la medianoche del domingo y fue sin duda la mejor noticia en varios meses para el sector agropecuario entrerriano. “Realmente esta lluvia es muy beneficiosa. Ante todos los males económicos y políticos que estamos pasando, esta lluvia nos da la alegría de la esperanza y de creer en Dios”, dijo a UNO Gonzalo Álvarez Maldonado, presidente de la Federación Entrerriana de Cooperativas (Fedeco).
En relación al trigo señaló que “ya se realizó un 25% menos de la siembra de este cultivo, y se calcula que se perdió un 30% por la sequía. Aunque es indudable que tendrá un menor rendimiento, hay trigos que todavía pueden salvarse a partir de estas precipitaciones”, explicó.
Álvarez Maldonado consideró aún más auspicioso que se puedan llevar a cabo “trabajos alternativos, fundamentalmente de cosecha gruesa, como el maíz y aunque no son completamente óptimos, también se podrán sembrar girasol y sorgo. Así se logrará obtener la provisión tanto para ganadería como para forraje”, señaló.
El promedio anual de precipitaciones en Entre Ríos es entre 1.000 y 1.200 milímetros. “De esa cifra sólo recibimos unos 300 milímetros, es decir sólo un tercio. Es decir que es muy importante el déficit de agua que hay en toda la provincia, sobre todo en los departamentos Victoria, Diamante y Paraná”, indicó el presidente de la Fedeco y con optimismo añadió: “Pero, como decimos siempre, el hombre de campo apuesta al futuro, al trabajo y a la producción, y no especula. Esto nos dará aliento para seguir trabajando y produciendo pese a las inclemencias climatológicas y gubernamentales”.
El coordinador de Defensa Civil de Victoria, Fabián Daydé, explicó que la lluvia baja la combustibilidad de fuerza flora que estaba peligrando por tanta sequía.
Con buenas expectativas se recibió en Victoria la lluvia que traerá solución al problema de los incendios en la zona de islas. Cayeron unos 30 milímetros necesarios para, por lo menos, “bajar la combustibilidad de fuerza flora que estaba peligrando por tanta sequía”, precisó el funcionario y se mostró confiado en que “esto determine el cambio de época y, por ende, el reverdecimiento de la pasturas”, dijo a LT 14.
Los 30 milímetros caídos hasta el momento, “representan unos tres centímetros de agua que empiezan a trabajar desde la superficie para abajo. Pero para que llegue a los focos subterráneos se necesita llegar a 15 o 20 centímetros abajo”, aclaró.
En la provincia
Por su parte el director de Defensa Civil de la provincia, Roberto Destri, dijo que casi todos los departamentos entrerrianos se vieron beneficiados por la lluvia, y destacó la caída de agua fundamentalmente en las zonas más afectadas por la sequía, Victoria y el sur de la provincia.
En este último caso se estimaba, entre la noche del domingo y ayer, unos 40 milímetros de agua. Además, aclaró que por la lluvia no hubo que lamentar complicaciones.
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