CASTIGADO por cuarto año consecutivo por la sequía, el partido de Villarino --como sucede con otros distritos del sudoeste bonaerense-- atraviesa una situación harto delicada, que abarca tanto a la agricultura como a la ganadería, tal cual lo testimonian los sucesivos informes de nuestros corresponsales acerca de la mortandad de hacienda vacuna y la indefinida suerte de los sembrados de trigo.
EN LA EDICION del jueves último, productores del norte del vecino distrito hicieron elocuentes declaraciones acerca del malestar que les provoca lo que, a su juicio, es una profunda desatención de las autoridades nacionales y provinciales frente a las graves dificultades por las que atraviesa el sector rural. Cuando se registran circunstancias similares, es habitual que desde los organismos gubernamentales se presten diversos tipos de asistencia a fin de propiciar la recuperación de las explotaciones, condicionadas como se encuentran a la evolución de los fenómenos meteorológicos.
EN ESTA oportunidad, justamente cuando la seca está haciendo estragos en gran parte de los campos del extremo sur bonaerense --solamente las áreas bajo riego quedan al margen de la contingencia--, se hace más imperioso contar con aquel apoyo. Sin embargo, la ayuda tarda en llegar desde las dependencia burocráticas competentes, demora que es la causante del malestar de los agricultores y ganaderos del norte de Villarino, quienes dejaron constancia de su estado de ánimo en la referida crónica.
DE ACUERDO con sus palabras, anuncios y promesas de altos funcionarios respecto del otorgamiento de determinadas sumas, tanto para los productores de Villarino como de Patagones, no han pasado de ello. Es decir que no se han traducido, todavía, en aportes concretos, mientras la prolongación del fenómeno climático deja margen suficiente para que siga in crescendo la desazón de los afectados. La compra de forrajes, un requerimiento impostergable dado el deterioro en el estado de la hacienda, sería el destino de los fondos que llegarían desde La Plata; pero la espera continúa. Algo similar sucede con créditos bancarios que hubieran permitido --conforme las palabras de los voceros rurales-- conjurar parcialmente la situación y evitar que se acentuara la muerte de animales, particularmente de vientres. Por supuesto, los productores que sufren la reducción de sus planteles por la mortandad o porque han debido vender encontrarán, en el futuro inmediato, dificultades poco menos que insalvables para recomponer sus existencias.
POR OTRA parte, las expectativas creadas en torno de la implementación del Plan de Desarrollo del Sudoeste Bonaerense todavía no se han visto coronadas por hechos efectivos. Si bien se trata de una ponderable intención de las autoridades provinciales de orientar el desenvolvimiento de la actividad rural conforme técnicas y conceptos que garanticen eficiencia, la demora en llevar a cabo la idea conspira contra las posibilidades de una recuperación que ponga al sector en condiciones de recobrar su estabilidad.
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