La higiene es esencial para la misión de la salud pública de reducir la transmisión de las enfermedades y sus consecuencias.
La notable disminución del número de muertes causadas por enfermedades infecciosas que se observó en algunos países no podría haberse logrado si no se hubiese mejorado enormemente la higiene pública. El aumento del nivel de vida permitió que las personas adoptaran hábitos más higiénicos cuando se instaló agua limpia en sus hogares y cuando el jabón fue utilizado masivamente.
Con el tiempo, gracias a la acción colectiva del movimiento de fomento de la salud pública y de la industria privada, la limpieza -de las manos, de los hogares y de las costumbres- se convirtió en una norma social.
Lamentablemente, en la mayoría de los países la historia es radicalmente distinta. Existen 2000 millones de personas con acceso insuficiente al saneamiento y 1000 millones sin suficiente agua limpia para beber. Las iniciativas de promoción eficaz de la higiene han sido dispersas e ineficaces.
Si bien la industria ha logrado introducir el jabón en casi todos los hogares, no siempre ha promovido de manera sistemática las buenas prácticas de higiene o el lavado de manos como complemento de sus productos.
Hoy en día, los dos principales culpables de las muertes de niños en el mundo en desarrollo son las enfermedades diarréicas y las infecciones de las vías respiratorias. El mero acto de lavarse las manos con jabón puede reducir casi a la mitad el riesgo de contraer diarrea y en un tercio las infecciones de las vías respiratorias.
Por ello, lavarse las manos es más eficaz que cualquier vacuna para prevenir las enfermedades. Ésta es una campaña que debe iniciar Salud Pública de nuestra provincia, para que podamos cumplir en el año 2015 las metas de reducción de la mortalidad infantil establecidas en los objetivos de desarrollo del milenio de las Naciones Unidas. Es necesario concluir esa tarea inconclusa del siglo XX, si es que queremos lograr una población con mejores condiciones sanitarias.
No sólo hay que conseguir la universalidad del agua y el saneamiento, sino también la del hábito de lavarse las manos con jabón. Ello exige que los ministerios de Salud, Educación y organismos de Recursos Hídricos, además de las organizaciones no gubernamentales (ONG) y los grupos de base comunitaria, aprovechen todas las oportunidades para promover la práctica de lavarse las manos con jabón.
Además, la industria privada, que en muchos países tuvo un papel importante en el establecimiento de buenas prácticas higiénicas, puede hacer lo mismo al ampliar sus actividades en nuestro país.
Lavarse las manos con jabón puede y debe convertirse en algo habitual, para ello será necesario:
* Velar por una conciencia general de la importancia que tiene lavarse las manos.
* Establecer alianzas entre el sector público y el sector privado.
* Movilizar los recursos y los conocimientos técnicos necesarios.
* Utilizar técnicas de extensión basadas en las comunicaciones que hayan demostrado tener un gran impacto para fomentar la práctica de lavarse las manos entre un público masivo.
* Demostrar que es posible lograr de manera rentable un cambio medible de los comportamientos.
En un mundo donde los mensajes compiten para llegar al público por todas las direcciones, sólo las campañas más eficaces y mejor concebidas provocarán cambios de comportamiento.
(*) Presidente Asociación Ambientalista Eco-Club San Juan.
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