Miles de hectáreas de campo, plantaciones y ecosistemas quemados, animales muertos y tierras desbastadas, significan pérdidas ecológicas y económicas importantes para el país.
Los primeros días de octubre el NEA, el NOA y parte de la región Centro del país, sufría una importante sequía que venía en algunos casos desde hace unos ocho meses y estas condiciones extremas fueron suficientes para que muchas personas provocaran incendios pensando que las pasturas se renovarán rápidamente, la equivocación de siempre.
Así, muchas ciudades como Rosario, Zárate y hasta la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se vieron invadidas por el humo tóxico que no sólo trajo malestar y problemas de salud, sino que provocó varias muertes en las rutas.
Como siempre, los abnegados bomberos voluntarios, muchas veces mal equipados, pero con esa voluntad que los caracteriza salieron a enfrentar el fuego y la batalla duró muchos días y hasta meses, y lo peor: dos voluntarias perdieron la vida.
Por suerte apareció el apoyo aéreo, los “poderosos” Air Tractor y Dromadier, pequeños para darles un combate a las poderosas llamas y así los vemos muchas veces detenidos en el aeródromo esperando que calme el viento, o que el humo disminuya para entrar en acción, mientras en fuego avanza y avanza sin importar que haya adelante.
En la Revista Prevención y Emergencias, Nº 48 año 9 / feb-mar de 2008, Publicación de Génesis Ambiental, el señor Roberto Vélez, coordinador de Operaciones de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación declaró: “Los aviones que usamos cargan entre 2500 y 3100 litros de agua; de todos modos una aeronave bien aprovechada con una secuencia cercana a los 10 minutos entre tiro y tiro te permite poner en el fuego en un par de horas entre 35 mil y 40 mil litros de agua”.
“Utilizamos aeronaves de carga en tierra, es decir que el avión debe aterrizar, cargar el agua, despegar nuevamente y dirigirse al incendio”, explicitó y agregó que “no hay una cantidad sobrada de pistas que cubran toda la zona de riesgo, así como es difícil para caminar por lo quebrado de la topografía también es difícil encontrar un lugar con mil o dos mil metros rectos y nivelados que oficien de pista o que se pueda construir una pista fija o alternativa”.
“Por otro lado no todos los aeródromos de la argentina cuentan con combustible ni tampoco con una fuente de agua óptima que te permitan abastecer uno, dos o más aviones en pocos minutos”, concluyó.
Hecho para combatir
Nos falta un aliado más poderoso, algo que pueda hacerle frente, que enfríe la vegetación, que ayude constantemente a los bomberos y combatientes, ese aliado sería el Canadair 415. Es el último avión anfibio para la lucha contra incendios multi-función. Este avión turbohélice evolucionó a partir de más de 25 años de experiencia con el CL-215.
Cuenta con un tanque de agua que puede contener 6.137 litros de agua / espuma y puede recargarse de la superficie de cualquier cuerpo de agua adecuado para la operación.
Este avión es ideal para el ataque inicial de incendios forestales; llegar al fuego en las primeras etapas y dejar caer en repetidas ocasiones grandes cantidades de agua sobre el fuego a reprimir. El Canadair 415 también se adapta bien a otras misiones, como la vigilancia marítima, patrulla costera, búsqueda y rescate, transporte y para la protección de los recursos naturales.
El Bombardier 415 puede cargar el agua en el mar, lagos, lagunas, ríos y arroyos, siempre que tengan 2 metros de profundidad y 50 metros de ancho.
A 130 kilómetros por hora, tarda sólo 12 segundos, para cargar hasta 6.137 litros, y requiere una distancia de 410 metros sobre el agua.
Hubo un pedido
Hace unos días, el diputado provincial Luís Daniel Rubeo, de la provincia de Santa Fe, presentó el proyecto para adquirir uno de estos aviones para combatir incendios que fabrica Canadá, pero la propuesta, lamentablemente fue rechazada.
Quizás no se pensó que la compra de este tipo de equipamiento no es un gasto, es una inversión y su costo se solventa con el solo hecho de salvar vidas humas, que valen mucho más que lo que cuesta el avión.
Entonces, seguiremos viendo imágenes de campos y ganado quemados, grandes masas de bosques arrasados y el humo nuevamente invadiendo nuestras ciudades y los hospitales llenos de niñas y niños para ser atendidos con problemas respiratorios.
Argentinos no nos olvidemos de rezar para que la lluvia apague también los futuros incendios.
(*) Vicepresidente de la Asociación Amigos de los Parques Nacionales -AAPN -
Experto Comisión Mundial de Áreas Protegidas - WCPA - de la UICN -
Red Latinoamericana de Áreas Protegidas - RELAP -
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