En un barrio de La Granja, a los problemas de anegamientos que se reiteran cada vez que llueve por la escasa conducción de líquido que brindan las zanjas pluviales, se sumó ayer otro inesperado: la presencia de una considerable cantidad de hidrocarburos en esos desagües. El derrame, cuyo origen se investiga, generó denuncias vecinales y la intervención de la Policía Ecológica.
Si bien tiene antecedentes en la zona -139 entre 520 y 524 e inmediaciones-, la contaminación "nunca había sido tan evidente", según relataron los vecinos. En las primeras horas de la mañana, cuando el escurrimiento de las aguas hacia el vecino arroyo El Gato llenó las zanjas, se comenzó a percibir un fuerte olor "similar al del kerosén, pero más desagradable". Manchas aceitosas tornasoladas se expandieron por la superficie del agua, y el pasto -junto a los zócalos de algunas casas- se tiñó de negro.
El año pasado, autoridades municipales y la dirección provincial de Prevención Ecológica y Sustancias Peligrosas clausuraron un depósito de camiones que funcionaba de manera clandestina en 139 entre 516 y 517, predio que perteneciera a una papelera; allí se detectó la existencia de un piletón de ocho metros cuadrados lleno de residuos y agua mezclada con hidrocarburos pesados, y un tanque con dos mil litros de fuel-oil.
"Creíamos que la pesadilla se había terminado, pero parece que no" se quejó María Cristina Castellanos: "hace tres años que venimos batallando para que se controlen los vuelcos, pero vuelven a las andadas una y otra vez. En esta oportunidad fue peor, porque el combustible corrió por las zanjas de ambas lados, tanto en las casas con números impares como frente a las pares".
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