El vertiginoso descenso del caudal del río Dulce que tuvo lugar la semana pasada provocó una inusual migración de peces aguas abajo, y encendió una señal de alarma entre los pescadores tanto de Santiago, como de Córdoba, quienes recordaron el trágico verano de 2003, donde se produjo un fenómeno de mortandad de peces por la caída del nivel del agua. Las autoridades del Gobierno de la Provincia llevaron tranquilidad a los pobladores, y aseguraron que la situación está controlada. Informaron en este sentido que el descenso del caudal fue previsto, por una serie de trabajos de mantenimiento que debieron hacerse en el embalse, los pescadores advierten que el río está en peligro por el aumento de las temperaturas y el aumento de la demanda de agua para riego en las zonas de producción agrícola.
César Neme, guía de pesca con mosca del río Dulce, dijo a EL LIBERAL que “la bajante duró unas veinte horas, se hizo durante la noche, por eso amaneció así el río”, y explicó que “aunque no se ha detectado mortandad, sí se dio una importante migración río debajo de los peces que produjo una alteración en el ecosistema”.
El impacto llegó hasta la provincia de Córdoba, donde hay más de cien pescadores que viven del dulce. Lucas Etcheñique, pescador cordobés, dijo que “en Córdoba hay un grupo grande de pescadores que lo queremos al Dulce más que los santiagueños, y no queremos que ocurra lo que le pasó hace cinco años atrás”, por lo que indicó que se va a trabajar para “evitar que se haga más daño ecológico”.
El ingeniero Guillermo Angriman, encargado de la Unidad Ejecutora de Riego (UER) de nuestra provincia, minimizó la situación y dijo que “los pescadores se han asustado al ver poca agua en el río”, y sostuvo que “hubo un corte programado del servicio, que no se prestó durante el fin de semana largo porque la Hidroeléctrica Río Hondo tenía que hacer una protección aguas abajo de la presa, entonces dejaron de funcionar las turbinas y nosotros suspendimos el servicio de riego”.
Angriman agregó que “el día martes se pide de vuelta un aumento a Río Hondo para que empiecen a generar con los dos equipos, y ese día derivamos 20 metros cúbicos por segundo”, y admitió que si bien “hubo una bajante de varias horas, no se llegó a dejar seco el río”.
César Neme consideró, desde su punto de vista, que “ahora el problema mayor es la gran demanda de tierras a regar que produce el déficit en esta época, y ahí es donde se da prioridad al riego y no a la fauna y al ecosistema”.
Desde la Unidad Ejecutora de Riego sostuvieron, más allá de las opiniones personales de algunos pescadoers, que la situación ya está en orden. “Al día de hoy, el caudal del río Dulce está en su nivel normal - explicó Angriman - y no es probable que se vuelva a producir una bajante como la que tuvimos la semana pasada.
El recuerdo trágico de la mortandad del 2003
A finales de 2003, los canales de riego que recorren el interior desde Los Quiroga carecían de mantenimiento, estando enlamados y con malezas en su interior. En octubre de ese año se derivó excesivo caudal a los fines de que se logre el nivel adecuado para que los canales inferiores tomen agua, ello produjo un déficit en la cota (capacidad) del embalse, y disminuyó la cantidad acopiada para época de sequía.
Esto derivó en una mortandad que dejo al río como un cauce de peces muertos, que afectó una amplia franja desde unos cincuenta kilómetros aguas abajo del Dique los Quiroga, hasta el límite con al provincia de Córdoba.
En aquella oportunidad, según los registros periodísticos, se estuvo más de 48 horas sin recibir el agua necesaria para recuperar el caudal normal del río Dulce. Esta situación ocasionó graves problemas a las cientos de familias de Santiago y de la vecina provincia de Córdoba que viven de la pesca de las distintas especies de la fauna ictícola de la región.
Durante la mortandad de 2003, se derivaron poco menos de nueve metros cúbicos por segundo, un número por debajo del caudal ecológico. Durante más de veinte días, las familias ribereñas que vivían aguas abajo no pudieron beber del Dulce. Además, el descenso del caudal y la mortalidad provocó un desequilibrio en la zona cuyo impacto duró varios años, incluso hasta la actualidad, donde los ejemplares que se encuentran son solo pequeños y medianos.
La ley establece un “caudal ecológico”
Las distintas leyes a nivel nacional y provincial establecen para el curso de los ríos un “caudal ecológico”, que es una cota mínima permitida para no alterar la fauna ni el ecosistema en las medidas que se tomen en torno a la administración de la derivación del agua en la región.
En Santiago, este nivel está establecido entre los diez y los doce metros cúbicos por segundo de derivación.
Sobre el caudal que se registró el domingo hay distintas versiones.
Desde la Unidad Ejecutora de Riego informaron a EL LIBERAL que el día de la bajante se derivaron aproximadamente veinte metros cúbicos por segundo, por lo que a pesar de que la bajante fue importante, no se superaron los límites establecidso por la ley.
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