Ante la avanzada del IPV de verter los efluentes cloacales al río Grande, varias organizaciones encabezadas por la Asociación Riograndense de Pesca con Mosca, decidieron distribuir masivamente un folleto explicativo que bajo el título "El río Grande y su gente pequeña..." intenta generar conciencia en los vecinos sobre la necesidad de preservar cada días más esa fuente de agua dulce vital para toda una comunidad.
Con la firma de Iván Reboredo y Rubén Vera, más la colaboración especial de Oscar Domingo Gutiérrez, las asociaciones que tienen especial vínculo con la naturaleza y sobre todo con el río Grande, reseñan su historia y ponen la lupa en su actual estado.
A continuación, el texto del tríptico que fue repartido masivamente en comercios, escuela, oficinas públicas y entes privados para que la gente se entere un poco más acerca del pasado del río y su estado actual.
"El río Grande y su gente pequeña..."
El río Grande es el principal curso de agua de la Isla Grande de Tierra del Fuego. Desde su nacimiento en territorio chileno hasta su desembocadura en el Océano Atlántico realiza una tarea colectora que vivifica el espacio estepario de nuestro norte.
Los primeros fueguinos lo denominaron Oroski, río de los róbalos, y era el lugar donde se enriquecía su dieta con la prodigalidad de la pesca.
Para ellos también representaba un límite que en muy pocas oportunidades fue salvado, así de hecho es que se consideraban como pueblos distintos los que poblaban los diversos espacios que el río dividía: La estepa y el parque fueguino. Esto se reflejó incluso en las diferentes idiomáticas.
Los primeros blancos que lo cruzaron pensaron en su navegabilidad, y de ser así una vía concreta de entrada y de salida de una futura producción fueguina. Era 1886 y la obsecuencia de los exploradores Popper -primero- y Lista después, llevó a que sus aguas se denominaran con el nombre del presidente de la Nación: Juárez Celman y del vice Carlos Pellegrini.
Para 1891 se iniciaron los trabajos hidrográficos que si bien marcan sus limitaciones para la navegabilidad, ponderan la fluctuación de las mareas que posibilitan la entrada de pequeñas naves que quedan en seco en la bajamar, facilitando tareas de carga y descarga.
Pronto la margen sur de su desembocadura tendría un primer propietario privado: Julio Popper, que prometía levantar Atlanta, una colonia pastoril con mano de obra indígena. Al tiempo allí, José Menéndez levantaría allí su estancia, Primera Argentina.
La margen norte vio llegara a los salesianos a instalar su misión en 1893, el espacio ya estaba destinado para uso fiscal por lo que en 1895 hizo su presencia la policía. El incendio de La Candelaria la alejó del río.
Su lugar comenzó a ser utilizado espontáneamente por quienes levantaron sus casas, en este sitio tan próximo al emprendimiento ganadero de Menéndez y sitio neutral de la entrada a la Tierra del Fuego ovejera. El río vio vincular sus márgenes con el trabajo de los boteros, y más tarde con el puente colgante que habilitara la sociedad, puente colgante de la Gran Guerra, tiempo de grandes ganancias para la Tierra del Fuego, la región y el país.
El sur pasó a ser el parque industrial, el norte la zona residencial. El río de por medio reabrió el detritus de una y otra experiencia.
Por los años, 30 desde el frigorífico comenzó la siembra de salmónidos que jerarquizaron como pesqueros el antiguo curso de agua.
La iniciativa privada utilizando el recurso de todos nos muestra un presente donde los que pueden utilizarlo son también unos pocos. Los años '70 comenzaron a mostrar los efectos de la sinrazón humana, parte de ella dada por una suerte de crecimiento de espaldas al río, el mismo ánimo reciente de amurallarlo, cosa que el río no quiso y los efectos hidrográficos que terminaron por destruirlo.
Y el viento, que siempre ha denunciado al invasor desconsiderado de esta tierra, precipita sobre sus costas la basura dispersa del ciudadano sin conciencia de la geografía que lo recibe.
Cada año al llegar la primavera se repite el diálogo mediático, entre los que se preocupan por la turbiedad de sus aguas y la voz de los funcionarios que hablan de su potabilidad. La noticia como viene, se va.
La situación se extiende por la costa al norte, conviviendo esa promiscuidad urbana con la imagen que queremos vender de la ciudad limpia, de paraíso de encuentro con las aves migratorias y sobre el cual no se asientan políticas de control, y prevención ante todo lo que se destruye con la simple actitud de considerar al río un vertedero circunstancial de nuestra basura.
Una actividad como ésta, es una excelente oportunidad para centrar la atención de todos los habitantes de la comunidad y promover una mayor conciencia sobre el problema de la basura. Así habrá más posibilidades de que la gente haga el esfuerzo por mejorar las condiciones de limpieza de su comunidad.
En este desafío, cada uno puede asumir un papel tan activo como desee y esté a su alcance y ayudar a que otros aprendan el ejemplo.
Todos podemos lograr el cambio, participando juntos y simplemente haciendo nuestra parte".
¿Usted sabía que se vuelcan 30 millones de litros diarios de líquidos cloacales en nuestras costas y en el río Grande? ¿Usted sabía que la toma de agua en nuestro río chupa y mata miles de alevines (cría de las truchas)? ¿Usted sabía que cada año emigran menos aves hacia nuestras costas?
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