Los desagües de la ciudad -los viejos, los nuevos y los que aún están en construcción- sufrieron con las lluvias las previsibles consecuencias del poco apego de los formoseños por la higiene urbana. Residuos de todo tipo fueron arrastrados por las aguas y terminaron clausurando las bocas de tormenta, lo que trajo aparejado anegamientos que de otra manera no se hubieran producido. Entre esa basura lo que más abundó fueron, una vez más, las bolsas de plástico.
Si se aspira a que las costosas obras que se realizan en Formosa para mejorar el escurrimiento pluvial, den los resultados que el Estado y la sociedad esperan, lo primero por revisar, junto con algunas conductas de los vecinos, es la proliferación de tales bolsas, enemigas de los desagües y del medio ambiente.
Mientras algunas comunas del país ya han legislado al respecto, otras vienen impulsando proyectos para reemplazar las bolsas plásticas que se entregan en supermercados y comercios en general por bolsas de material biodegradable. El loable propósito es minimizar el impacto ambiental que provoca la abundancia de aquellos elementos en los rellenos sanitarios, conductos de agua, y muy a menudo en el paisaje, consecuencia de su gran perdurabilidad (calculada en alrededor de 300 años) y, a menudo, del desaprensivo manejo del que son objeto, como volvió a quedar demostrado recientemente en el ejido capitalino con el taponamiento de numerosos sumideros.
La finalidad es que, en distintos plazos, los establecimientos saquen de circulación las bolsas que entregan al público en la actualidad y las sustituyan por envases de rápida descomposición natural.
El objetivo es sin duda saludable, pues promueve una reducción de los efectos contaminantes. Pero en Formosa, además, el reemplazo de las bolsas de plástico ayudaría a mantener desobstruidas las bocas de tormenta, lo cual redundaría en un mejor funcionamiento de los desagües de la ciudad.
Es trascendente resaltar que ya varias provincias cuentan con proyectos similares y que incluso Mendoza tiene una ley que prohíbe la entrega de bolsas de materiales no biodegradables para el transporte de mercadería.
Sin embargo, y esto también hay que decirlo, existen controversias por motivos ambientales y económicos: las bolsas plásticas resultan útiles para transportar materiales que contienen humedad y las bolsas de materiales biodegradables son más costosas.
Por eso lo más razonable en este momento es abrir un debate que permita analizar las implicancias totales de tamaña propuesta, que no consiste únicamente en la sustitución de un material por otro, sino que trasunta también un cambio de comportamiento en los ciudadanos.
Se trata de cambios que deben ser acompañados de un proceso de información adecuada y enmarcados en una política cuyo objetivo sea desalentar el uso de plásticos innecesarios, y promover el uso de recipientes adecuados acordes con nuestra cultura. No menos importante sería insistir en campañas educativas entre los consumidores, ante la evidente y tan perniciosa costumbre de arrojar bolsas plásticas en la vía pública. |
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