Alrededor de ocho millones y medio de personas, en el país, y decenas de miles en Formosa, carecen de redes de agua potable. El informe que en su momento hiciera el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) no implica una novedad, pero sí confirma una situación que afecta a una parte más que considerable de los argentinos, y en particular a los habitantes de las zonas más apartadas de las ciudades.
A este problema se agrega otro, que es su lamentable complemento, pues también escasean los servicios de cloacas, particularmente en algunas provincias como las del norte, donde menos del 20 por ciento de la población los posee. Únicamente la ciudad de Buenos Aires y Tierra del Fuego tienen coberturas cercanas o superiores al 90 por ciento. En total, más de 20 millones de compatriotas y personas que han elegido nuestro territorio para vivir, carecen de servicios cloacales hoy día.
Felizmente, dentro del intenso plan de obras públicas puesto en marcha con la reparación histórica provincial, las autoridades locales han decidido llevar adelante importantes trabajos para mejorar el servicio de agua potable, por un lado, y para reducir el déficit de cloacas, por otro.
Mientras tanto, el agua que se consume en buena parte del país, incluidas numerosas comarcas formoseñas, es fuente potencial de múltiples enfermedades, que se reflejan especialmente en los índices de mortalidad infantil: diarreas, intoxicaciones diversas, hepatitis, meningitis virales, leptospirosis, parasitosis, etc.
Este cuadro es consecuencia lógica de una vieja política de salud incorrecta, practicada durante décadas por gobiernos que nunca llegaron a entender -o no quisieron hacerlo por motivos inconfesables- que los gastos que demanda la atención permanente de niños y adultos con problemas por estas causas se restringen en muy buena medida con la concreción de obras de infraestructura sanitaria como las que se están llevando a cabo hoy en nuestra provincia.
La Argentina es un país terriblemente desigual, injusto. Pero además ha tenido -en algunos casos aún tiene- funcionarios ineptos, corruptos o negligentes. La red de agua potable creció apenas un diez por ciento en una década, lo cual demuestra el escaso interés que el tema genera en ciertos gobiernos, burocratizada desidia que se agrava particularmente en las regiones en las cuales el agua disponible abunda.
No es el caso de Formosa, pero en las campañas políticas que se ven por televisión en años electorales es poco lo que se suele hablar de estos temas, lo que refuerza la convicción de que el énfasis mayor está puesto en ofrecer a los potenciales votantes hipotéticos paraísos en los cuales, paradójicamente, el agua no está disponible.
El Gobierno provincial por suerte trabaja desde hace varios años siguiendo la línea de la
la Organización de las Naciones Unidas, que ha planteado el tema como una prioridad global y una de cuyas metas es reducir a la mitad la población mundial sin agua potable para 2015. La gran incógnita, empero, es saber cómo estará la Argentina a esa altura. |
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