Dirigentes de las vecinales Virgen de Lourdes, Bartolomé Mitre, Las Flores, 33 Orientales, Belgrano, Libertad, Quintas del Sur, Antonini, Santa Lucía y Pirola se encontraron el jueves en el edificio municipal de calle Andrés Pazos 53, donde funciona la Agencia de la Mujer y Juventud comunal, para asistir a un panel debate acerca de la problemática de los arroyos en Paraná.
Los arroyos urbanos están muy contaminados e históricamente han sido vistos como un obstáculo que hay que borrar y no como parte orgánica del territorio. Justamente, la profesora Cristina Martínez, especialista en educación ambiental, y la arquitecta Daniela Verzeñassi, que ha hecho investigaciones acerca del arroyo Antoñico, ofrecieron una lectura crítica de la concepción de que la única solución para un arroyo –contaminado– es el entubado, y plantearon otra manera de mirar el entorno y de intervenir para descontaminar y recuperar estos espacios, que varias décadas atrás eran lugares de recreación para los ciudadanos.
La charla estuvo organizada por el área de Educación Ambiental municipal, dependiente de la Subsecretaría de la Función Pública.
En tanto, los vecinos coincidieron con estas miradas pero también aprovecharon el espacio para pedir a las autoridades que actúen en forma urgente para evitar la proliferación de ratas en los alrededores de los arroyos y la descarga clandestina de líquidos cloacales a los cursos de agua. El otro gran problema de los arroyos que cruzan la ciudad es que se han convertido en depósitos de basura, sobre todo de residuos sólidos domiciliarios que lugareños y personas de barrios alejados del arroyo, arrojan allí.
ENTUBAR O NO ENTUBAR. Cristina Martínez tiene una experiencia de 20 años en educación ambiental y es especialista en plantas nativas. Criada en Concordia, quiso contar su experiencia como vecina de un arroyo que fue entubado hace 10 años –el arroyo Concordia– con la apoyatura de datos surgidos de estudios nacionales e internacionales sobre el tema. “Los arroyos urbanos, que atraviesan las ciudades, están contaminados tanto por efluentes industriales como por descargas cloacales clandestinas, surgidas de asentamientos que no han sido planificados”, definió en primer lugar. Ante esto, la alternativa que más apoyo tiene entre los vecinos al momento de pensar soluciones al problema es el entubamiento. Fue lo que se hizo con el arroyo Concordia: “La mayoría de los vecinos votó a favor del entubamiento. La oferta era tentadora: a quienes vivían en las márgenes se les ampliarían las propiedades, y en el terreno que surgiría luego del entubado se levantarían edificios públicos, biblioteca, centro de salud”, narró Martínez.
Pero tiempo después comenzaron los problemas. “No se consideraron los efectos a largo plazo. El arroyo desemboca en el río Uruguay, que está represado, con lo cual las bajantes y las crecidas no son naturales sino que están reguladas por el hombre. Los taponamientos con basura y el incremento del caudal del arroyo provocaron primero rajaduras en las casas y luego inundación de las viviendas a varias cuadras a la redonda”, contó. Señaló entonces que cuando se proyecta un entubado, hay que tener en cuenta que “vamos hacia un clima subtropical, con más lluvias y hay que preguntarse si el diámetro del tubo va a estar preparado para el caudal de agua que tendrá en ese momento. Hay que tener en cuenta que en esta situación el agua no se evapora”, dijo.
BASURA TAPADA. “Hoy, en el mundo, el entubado se considera daño al ambiente. Lo que hace es esconder la inmundicia, la agrava”, definió Martínez. “Entubar es como tirar la basura debajo de la alfombra”, sostuvo. Teniendo el curso de agua a cielo abierto, “la contaminación por efluentes industriales, por ejemplo, se puede detectar pero estando entubado no se ve”. Citó el caso “del arroyo Sarandí de Santa Fe, un gas corrosivo se comió el entubado”. Por eso, cuando se decide trabajar sobre un arroyo urbano, “se debe trazar un plan hidráulico integral, que contemple todas las situaciones pues, por ejemplo, si no hay una red cloacal de calidad en los barrios de las márgenes, el entubado les genera un problema a los vecinos”. Apuntó por otro lado a la cuestión de la “identidad, relacionada a la historia del arroyo y a lo que éste simboliza o simbolizó” para la zona.
Propuestas para el Antoñico
La arquitecta Daniela Verzeñassi realizó junto con colegas del Foro Ecologista de Paraná un trabajo de investigación acerca de la situación del arroyo Antoñico, a partir del cual generaron propuestas para recuperar el curso de agua y jerarquizar los vecindarios que se encuentran en sus márgenes. Las conclusiones fueron presentadas en las Jornadas de la Ciudad 2007 del Colegio de Arquitectos regional Oeste Noroeste, con la ponencia Desobstruyendo venas para la recuperación de la biohabitabilidad. “Los arroyos para nada fueron tenidos en cuenta en el desarrollo de la trama de la ciudad”, comenzó diciendo Verzeñassi. Se refería al trazado en damero, a la cuadrícula sobre la que se planteó la ciudad desde un principio. “No se los tuvo en cuenta, con lo cual da lo mismo que estén o no estén”. Pero “la gente que vive en las márgenes de los arroyos tiene mucho que contar, mucho que enseñar al resto de la ciudad”, sostuvo.
La propuesta de los profesionales del Foro es, en síntesis, forestar; realizar una restauración hidrológica --recuperando el recorrido original del arroyo, como lo trazó la naturaleza--; ampliar el suelo con capacidad permeable en las adyacencias del Antoñico, para evitar que el desplazamiento de grandes volúmenes de agua hacia el curso (al eliminarse la superficie de escurrimiento cuando se asfalta o se construye en grandes superficies, lo cual provoca inundaciones); recuperar la diversidad biológica; fomentar el desarrollo de purificadores naturales del agua (juncos); controlar las nacientes, en el sector rural, donde por lo general se contamina el agua con químicos, señaló la arquitecta. Por último, planteó la necesidad de “coser” ambas márgenes con “ejes transversales” para integrar las diferentes zonas e impulsar el cultivo de frutas, verduras y plantas medicinales.
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