A mediados de 2007, el secretario de Energía, Daniel Cameron, auguró un verano 2008 sin problemas, aunque reconoció que se usarían más combustibles líquidos por la falta de agua que, por entonces, afrontaban los principales embalses. Este año, en el marco de la última ronda de consultas para la aprobación del Presupuesto, el funcionario volvió a poner paños fríos diciendo que el “verano e invierno 2009 están resueltos en materia energética”. Lo cierto es que, por una mezcla de clima favorable y retroceso en la actividad productiva, parece haberse cumplido el escenario pronosticado de cara a la época estival: según estimaciones oficiales de Cammesa, en el período noviembre–abril, el pico de consumo de potencia no debería superar los 19.000 MW (el último récord fue en junio de este año, con 19.126 MW), esto teniendo en cuenta que, por el cambio de huso horario en las provincias que concentran casi el 80% de la demanda total, se lograría atenuar en unos 900 MW el gasto en esa franja. Además, se amplió la capacidad instalada, contando con unos 1300 MW extra, suma de la energía que aportarán hacia fin de año las dos usinas del Foninvemen trabajando a ciclo abierto, más Termoandes, Genelba, Maranzana, Guemes, Energía del Sur y unos 200 MW de Energía Delivery.
La estadística indica que el de 2008 fue el primer verano en cuatro años que no batió récord históricos de consumo de potencia (aunque sí de energía, el 8 de enero), habiéndose trasladado la preocupación –por mayor actividad y temperaturas extremas– a los inviernos.
Los últimos récord de consumo de potencia en épocas de calor fueron en 2007, el 2 (17.517 MW) y el 26 de febrero (17.654 MW), cuando no había cambio de horario. A pesar de este antecedente, tanto en despachos oficiales como en empresas no se animan a relajarse por adelantado, porque “si tenemos tres o cuatro días hábiles con calor intenso, pueden darse marcas elevadas”, admiten. La duda está puesta sobre todo en febrero y marzo, ya que en noviembre el Servicio Meteorológico no espera temperaturas extremas; y en diciembre, las vísperas de Navidad y Año Nuevo caerán en miércoles y jueves, descomprimiendo la actividad y el consumo eléctrico de oficinas y organismos públicos.
La recesión, un factor clave
La baja de la demanda industrial es una ayuda inesperada. “Ahora sobra energía y la demanda no da signos de recuperación en el corto plazo”, explicó el consultor y ex CMS Energy Francisco Mezzadri, aunque reconoció que creció la oferta y existe cierta holgura en los embalses porque “hay más agua en Yacyretá y Salto Grande, y se estabilizó el Comahue”.
Para Jorge Lapeña, titular del Instituto Argentino de Energía (IAE), la hidroeléctricidad es fundamental: ‘si los niveles fueran como los de 2007, la situación –con crisis económica incluida– sería preocupante, porque está probado que el sistema sigue sin poder cubrir la demanda total cuando no hay agua”, dijo. |
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