En la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, que tuvo lugar en 2002 en Johannesburgo, Sudáfrica, se hizo un llamado urgente para hacer frente al problema de la falta de agua en el mundo. De acuerdo con las Naciones Unidas, una de cada cinco personas en el mundo no tiene acceso al agua potable, mientras que alrededor de 2.400 millones carecen de condiciones adecuadas de salubridad. El Banco Mundial señaló que en el año 2025, 48 países que albergarán en su conjunto una población de 1.400 millones, experimentarán graves problemas por la escasez de agua. Por cierto, la contaminación constante de los cauces de agua es un ejemplo de la indiferencia con que actúan aquellos a los que les sobra el vital elemento.
Una buena parte de los tucumanos, adictos a la basura, parecieran tener una oscura debilidad por ubicar los vaciaderos de residuos en las márgenes de los ríos. Por ejemplo, luego de más de trece años, en medio de interminables denuncias de ambientalistas, se cerró el predio de Los Vázquez, que se ubicaba a la vera del río Salí, y que recibía 400 toneladas diarias de basura. Los estudios efectuados por universidades y por entidades ecológicas sobre la contaminación del río fueron contundentes, pero aun así llevó unos años a las autoridades cerrar el vaciadero. Como si nada se hubiese aprendido, la basura comenzó a arrojarse en 2004 en el predio de Pacará Pintado, situado en las cercanías del Salí. Las denuncias por contaminación del río y del aire en la zona de San Andrés se sucedieron a lo largo de estos años.
La ciudad de Concepción parece correr la misma suerte, pese que la Justicia condenó a un ex intendente en noviembre pasado a la pena de un año de prisión de ejecución condicional por ser autor voluntario y responsable del delito previsto y reprimido por el art. 56 de la Ley 24.051 (residuos peligrosos). Se comprobó que en el lugar denominado “El Basural”, sobre la orilla del río Gastona, se exponían a cielo abierto residuos patógenos, que afloraban a través de las bolsas de plástico color rojo que habían sido levantadas de los contenedores dispuestos por la Municipalidad en el Hospital Regional de Concepción.
En enero de 2007, la crecida del Gastona, que amenazaba con arrastrar comunidades de la ribera norte, obligó a desviar la corriente del río hacia la margen sur, donde estaba el vertedero. El torrente lo partió en dos y una parte quedó en una isla. A partir de un informe de Gendarmería Nacional, desde hace un año el Juzgado Federal Nº 2 lleva adelante una investigación sobre posibles violaciones a la Ley 24.051. Se concretaron allanamientos en los predios conocidos como antiguo y reciente basural, y observaron residuos de tipo hospitalario. También alertaron sobre la gran cantidad de basura depositada en las márgenes del Gastona, así como sobre la falta de obras pluviales o de canalización del río, y de tratamiento de los residuos allí depositados. El juez a cargo del Juzgado dio plazos perentorios a la Municipalidad para revertir esta situación. El intendente dijo que tiene inconvenientes para emplazar un nuevo y definitivo vaciadero que se ajuste estrictamente a las normas ambientales. La falta de terrenos alejados de la población y de las riberas del río Gastona es el impedimento principal que enfrenta. Cualquier ciudadano con sentido común y con un mínimo de cultura se daría cuenta del peligro que significa instalar un vertedero de basura en las márgenes de un río. La gran cantidad de cauces de agua que posee Tucumán provocaría la envidia de muchas naciones. Sin embargo, los tucumanos no los valoramos y, lo que es peor, los destruimos lentamente.
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