Nadie los ve. Por eso, tal vez, muchos ignoran que cada día se vuelcan al río Salí varios miles de metros cúbicos de líquidos cloacales. Esta calamidad ecológica lleva décadas sin solución. Desde que fue creada, hace más de 30 años, la planta de tratamiento de San Felipe sólo procesa los efluentes de 200.000 de los más de 600.000 habitantes de la capital; el resto va al río en forma cruda. Además, es la única instalación depuradora del Gran San Miguel de Tucumán, cuya población llega a un millón de habitantes.
Los residuos cloacales de Alderetes, Banda del Río Salí, Las Talitas y Villa Carmela son volcados al cauce del Salí, que es la segunda cloaca a cielo abierto más grande del país, después del Riachuelo porteño. Yerba Buena envía los líquidos cloacales a la planta depuradora de El Manantial, y Tafí Viejo los descarga en una laguna de tratamiento anaeróbico, y luego los deriva al arroyo Nueva Esperanza.
Además, varios ambientalistas sostienen que desde hace un tiempo la planta de San Felipe no efectúa el tratamiento completo, debido a que el edificio se encuentra deteriorado, y que únicamente se realizan las etapas iniciales del proceso de purificación del agua. Ante este panorama, el equipo multimedia de LA GACETA realizó una investigación que comenzó en las puertas de la empresa depuradora, que pertenece a la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT), y que está ubicada a metros de la autopista que conduce hacia Famaillá. Allí, periodista y camarógrafo intentaron entrar para indagar sobre el funcionamiento de la planta, pero los encargados rechazaron la solicitud de ingreso.
Luego, tras realizar un análisis de geolocalización, para el que se emplearon imágenes de Google Maps, dos reporteros recorrieron a pie las barrancas del Salí, a fin de ubicar el caño de salida de los vertidos cloacales, que se encuentra a pocos metros del río Salí, casi en línea recta a la planta. El objetivo fue verificar el estado del líquido procedente de la instalación depuradora.
Imágenes elocuentes
Al cabo de una hora de caminata, aproximadamente, se toparon con el conducto, formado por varios tubos, y pudieron ver cómo los líquidos cloacales, con residuos sólidos, desembocan en el curso de agua.
Las imágenes, cuya elocuencia es incontrastable, pueden observarse en la sección Videos de LA GACETA.com.
Sin embargo, el gerente de Planificación e Infraestructura de la SAT, Sergio López, rechazó las imputaciones de los ambientalistas respecto de que la planta no funciona y aseguró que se efectúan todas las etapas del tratamiento de depuración.
Sí admitió que sólo se procesan los efluentes correspondientes a 200.000 habitantes. “Se ha intentando someter a depuración una cantidad mayor de efluentes, pero esto no prosperó, porque se hubiera tenido que disminuir la calidad del líquido que se arroja al río”, explicó López. Además, subrayó que una de las premisas de la empresa es no constituirse en un elemento contaminante del medio ambiente.
“Actualmente no se descargan líquidos cloacales en los canales de desagües pluviales, excepto el que corre paralelo a avenida Bernabé Aráoz, desde avenida Independencia. Claro que estamos trabajando para solucionar ese problema”, agregó López. “Antes hacíamos una descarga en el canal de San Cayetano, pero ya hemos resuelto ese inconveniente”, aseguró el gerente de la SAT.
Después de este diálogo, el equipo multimedia de LA GACETA se trasladó hasta el puente que conecta San Cayetano con el barrio 20 de Junio, desde donde fotografió el agua viscosa y con olor nauseabundo que corre por este canal.
Detalles técnicos
La planta de San Felipe se construyó en 1976.
Dos grandes ductos transportan los efluentes cloacales de unos 200.000 pobladores de la capital.
Una tercera cañería lleva los restos de otros 100.000, que son arrojados al río sin tratar.
Las cloacas de los otros 300.000 capitalinos no pasan por San Felipe.
La SAT está construyendo cuatro megacolectores que rodean la ciudad y que trasladarán todos los efluentes hacia San Felipe.
Los efluentes llegan a la planta con 140 DBO (parámetro de contaminación cuyas siglas significan Demanda Bioquímica de Oxígeno). Son arrojados al Salí con 60 u 80 DBO, según la SAT.
CONTAMINACION - EFLUENTES URBANOS
En vez de líquido, las piletas están con pasto
Sospechan que no se hace la decantación.
El jefe del departamento de Inversiones del Ente Regulador del Servicio de Agua y Cloacas de Tucumán (Ersact), Raúl Gil Romero, aseguró que la planta de San Felipe está, prácticamente, fuera de servicio, desde hace más de tres años. “Sólo se hallan activas dos etapas del proceso de depuración”, añadió.
Explicó que cuando los residuos ingresan a la planta son separados de los elementos ajenos (pañales, algodón, papel, etcétera) mediante un sistema de rejas. Luego, el líquido se deposita en grandes piletas, para que se produzca la decantación. “Son las únicas fases que se realizan”, aseguró. En una tercera instancia, los restos deberían ser trasladados a un digestor, donde la materia orgánica se transforma en gas. “Esos ciclos son los que se están obviando”, añadió.
Gil Romero resaltó que la SAT “está gestionando la obtención de créditos internacionales para invertir en las instalaciones que se necesitan para completar este proceso, que jamás se hizo”. Asimismo, advirtió que desde el Ersact, él recomendó que no se reacondicionara ese sitio -donde está emplazada la planta de tratamiento-, puesto que actualmente ya se encuentra integrado al ámbito urbano”.
El ambientalista Enrique Feijóo, de la Asociación Amigos de la Ecología, emitió una opinión similar. “Aparentemente, la planta de San Felipe está fuera de servicio”, dijo. Contó que se había trasladado hasta la instalación depuradora para observar su aspecto. “Desde afuera se ve que las piletas de decantación están cubiertas de pasto, en vez de contener líquido”, advirtió. “Además, si todas las etapas de depuración funcionaran constantemente, los quemadores tendrían que estar encendidos, lo cual no ocurre”, añadió, en referencia a los tubos donde se quema el gas metano que emana de los residuos cloacales.
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