Itamaraty continúa negándose a que el Paraguay pueda disponer libremente de su energía hidroeléctrica de Itaipú. Tal es la posición intransigente que adopta el Brasil en la mesa de negociación que han abierto ambos países sobre la cuestión de Itaipú. Esta negativa es tanto más contradictoria si se tiene en cuenta que la Cancillería brasileña en los foros internacionales reivindica constantemente para su propio país plena soberanía para los recursos naturales y energéticos del Brasil. ¿Dónde está la coherencia? ¿Cómo justifica el Brasil negar a otro lo que exige para sí ante terceros? La pobre excusa brasileña para justificar por qué el Paraguay no puede disponer libremente de su energía de Itaipú es que nuestro país supuestamente “solo ha puesto el agua”.
Esto se argüía ya en 1973, cuando se firmó el Tratado. “Agua” hacían sonar como algo que valía “poco” o “nada”. Es por ello que en aquel entonces se esgrimió perversamente la frase “el Paraguay solo pone el agua” para intentar justificar el descarado despojo a nuestra soberanía que contiene el Tratado.
Hoy todos sabemos que la energía hidroeléctrica es más valiosa que el petróleo. Es limpia y no produce gases de efecto invernadero.
Con relación al petróleo, sería muy difícil encontrar un analista serio que niegue la soberanía de un país sobre sus yacimientos de hidrocarburos porque “solo pone el petróleo”. Es el valor del petróleo lo más importante en cualquier contrato de explotación de hidrocarburos.
Igualmente, en el caso de Itaipú, lo más importante era y sigue siendo el recurso hidráulico. No es el financiamiento, que se puede conseguir de cualquier parte, ni la tecnología, que también se puede adquirir de cualquier parte. Encima, en cuanto al financiamiento, lejos de hacerle un favor al Paraguay, el Brasil ha beneficiado exorbitantemente a su empresa Eletrobrás con un contrato de crédito a tasas vergonzosamente usurarias que le resultan extremadamente favorables, y que significan un enorme sobrecosto financiero para todos los usuarios de la energía eléctrica.
Es imposible negar que el Paraguay ha aportado en Itaipú lo más importante, el agua, y de ninguna manera se puede justificar que se le haya sustraído su soberanía sobre la energía que produce.
Otra falacia que se ha esgrimido como si fuese el argumentazo es que el Brasil “se comprometía” a adquirir toda la energía y, consiguientemente, aseguraba la factibilidad de Itaipú al poner el mercado comprador. En un mundo donde faltaban y faltan cada vez más las energías baratas y limpias, mercados son los que sobran, no los que faltan. La mejor forma de demostrarlo es consultarle al Brasil si quiere aceptarle al Paraguay la libre disponibilidad de su energía para venderla a terceros países. En las negociaciones que se llevan a cabo con el Brasil, lo que menos quiere este país es, justamente, desprenderse de la energía paraguaya de Itaipú. Ello demuestra que no es ningún favor el que nos está haciendo nuestro vecino al asegurarse la disposición de la energía paraguaya de Itaipú.
Continuar manteniendo la situación de privilegio por la cual el Brasil se queda con toda la energía paraguaya de Itaipú a un costo insignificante desde hace 20 años es indigno del actual momento político que vive la región. Si lo que supuestamente se pretende es una integración entre iguales, no se puede aceptar el saqueo del principal recurso energético del Paraguay a vil precio. El financiamiento otorgado por Eletrobrás/Brasil siempre fue y es más una carga extorsiva que se nos impuso, antes que un beneficio. Consiguientemente, no existen razones para mantener la actual situación de privilegio abusivo a favor del Brasil, y lo que se espera de las actuales negociaciones sobre Itaipú es que nuestro país, como es de justicia, recupere en el más breve plazo posible plena soberanía sobre sus recursos hidroeléctricos.
De otra forma, la retórica “integracionista” sostenida con insistencia por el Brasil será una perversa burla más al Paraguay.
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