Hay 130 familias que ya sufren los efectos del cambio climático. Cien de éstas son campesinas y 30 de la ciudad de Cochabamba, según un informe previo sobre el daño que han dejado los últimos temporales del director del Programa de Desarrollo Integrado para Áreas Deprimidas de la Prefectura (Dripad), Raúl Ergueta.
El centenar de agricultores perdió gran parte de su cosecha de papa a causa de una intensa granizada que cayó en el municipio de Alalay el pasado domingo. Después del granizo, los agricultores reportaron sus daños al municipio de la zona y desde el lunes trabaja en el lugar una comisión que evalúa las pérdidas.
El hielo destruyó las plantaciones que estaban prontas a ser cosechadas, por lo que el impacto en las poblaciones se prolongará hasta el próximo año, debido a que los campesinos dependen de cada cosecha para contar con semillas nuevas para el siguiente ciclo agrícola.
Las otras 30 familias damnificadas son las que están asentadas en el barrio San Rafael en el municipio de Cercado, que hace dos semanas sufrieron las consecuencias del desborde de la torrentera Taquiña. Muchos de estos hogares perdieron sus enseres, alimentos y pertenencias, debido a que el lodo cubrió gran parte de sus viviendas.
Sequía
A las 130 familias damnificadas, se suman los pobladores de seis comunidades de Anzaldo, en el valle alto. Los habitantes de esta región soportan una sequía desde 2007, que tiende a agudizarse esta gestión no sólo por la escasez de agua, sino también porque también el calendario agrícola se ha visto alterado.
Uno de los efectos de la larga sequía es la falta de semillas a causa de la ausencia de cosechas. Aunque los campesinos pretendan sembrar este año, carecen de los insumos para labrar la tierra.
Por ello, una de las misiones del Programa de Desarrollo Integrado es coordinar con el Servicio Departamental de Agricultura y Ganadería (Sedag) la dotación de semilla certificada para que sea entregada a los agricultores perjudicados con los fenómenos climáticos. Según Ergueta, para el caso de Anzaldo, se avecina una gran crisis alimentaria, ya que este municipio afronta su segundo año consecutivo de sequía.
En cambio, en el cono sur, a diferencia de otros años, la situación de las poblaciones como Totora, Mizque, Aiquile, Sacabamba, Pojo y Pasorapa es estable porque las numerosas lluvias del año pasado permitieron que el río Mizque cuente con un caudal significativo para garantizar el riego de los sembradíos, comentó Ergueta.
El trópico con parches
Después de la emergencia que vivieron varias poblaciones del trópico de Cochabamba a causa del fenómeno de La Niña en 2007, para este año las alcaldías y la Prefectura encararon proyectos para aliviar de la situación de poblaciones en riesgo, como Puerto Villarroel y Villa Tunari.
En la primera región, se construyeron muros de contención y un terraplén para contener la crecida del río Ichilo. En Villa Tunari, se levantaron defensivos en las zonas más críticas.
Sin embargo, el estado de las comunidades indígenas sigue siendo preocupante, debido a que cerca de sus territorios los ríos se han extendido demasiado hasta tener la forma de abanicos, lo cual dificulta tomar medidas de prevención más que la evacuación.
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