Científicos y ambientalistas de Mendoza están en pie de guerra para defender los glaciares nacionales. Es que ayer la Presidencia de la Nación oficializó el veto a la Ley 26.418 por la cual se establecía un inventario y el resguardo de todos los glaciares y suelos congelados existentes sobre la Cordillera de los Andes.
Los defensores de la norma estiman que este recuento es vital para conocer qué cantidad de agua dulce tiene el país como reserva para enfrentar los problemas ocasionados por el cambio climático.
La noticia cayó muy mal entre los principales impulsores de la medida, entre ellos el reconocido científico Ricardo Villalba, ganador del premio Nobel de la Paz 2007 por su trabajo en la Agencia de Cambio Climático, que viene advirtiendo desde hace años sobre las consecuencias devastadoras del calentamiento global.
Según Villalba, la medida de la presidenta, Cristina Fernández, es “lamentable porque miembros de su mismo partido (Frente para la Victoria) como Daniel Filmus, defendieron el proyecto para su aprobación y ahora es el mismo Gobierno quien lo veta con argumentos que son un montón de pretextos”.
El científico detalló que estuvo explicando la necesidad de este proyecto ante el Congreso nacional para dejar muy claro que la iniciativa no era un proyecto antiminero, ni antipetrolero, sino de protección de los glaciares.
“Justamente, agregó Villalba, el propósito de la ley era evitar conflictos por el uso de los recursos de la cordillera. Se suponía que debíamos establecer cuáles son las fuentes de agua para preservarlas y fijar dónde están para determinar las áreas donde se pueden hacer actividades sin perjudicar este recurso vital para una zona que depende de este tipo de reservas. A mí no me importa si la cordillera es afectada por la minería o cualquier otro tipo de actividad. Me interesa evitar que se reduzca la capacidad de la cordillera como proveedora de agua”.
Lo que dice el veto
El veto presidencial tiene como objeto principal el artículo 6 de la ley aprobada el 22 de octubre pasado.
Aquí se prohibía la liberación de productos químicos o residuos de cualquier naturaleza o volumen, la construcción de obras de arquitectura o infraestructura con excepción de aquellas necesarias para la investigación científica, la exploración y explotación minera o petrolífera, incluyendo en dicha restricción aquellas que se desarrollen en el ambiente periglacial.
Según lo que entendió la Presidenta, “una ley nacional no puede fijar prohibiciones absolutas, sino establecer parámetros mínimos que las provincias cumplirán pudiendo determinar mayor rigidez aún, de acuerdo a su especial situación ambiental”. Es decir, le deja librado a cada provincia la determinación de su propia política ambiental. Para el cuerpo científico local debe existir un criterio nacional para cuidar el recurso hídrico.
Hoy varias organizaciones civiles darán una conferencia de prensa en la Legislatura para explicar su plan de lucha.
Menos hielo en el suelo
Desde la década del ’90, especialistas en geocrionología (estudio de los glaciares), como el doctor Darío Trombotto, del Ianigla, detectaron no sólo el retroceso de la masa glacial de la cordillera mendocina, sino también el derretimiento de los permafrost (suelos congelados) en las áreas periglaciales.
El estudio fue realizado sobre Morenas Coloradas, en Vallecitos, entre 1999 y el año 2005. Los primeros resultados arrojaron una pérdida de la masa de hielo importante.
Trombotto explicó que “el suelo congelado en 1999 estaba a 5 metros de profundidad medidos a 3.560 metros de altura. Cuando retomamos en 2005, ya no estaba ahí, sino que se encontró a 7 y 9 metros de profundidad”.
El especialista agregó que “supusimos, que la isoterma había subido y había hecho cambiar este tipo de suelo congelado, lo cual significa que la parte superior de permafrost está descolándose, está perdiendo hielo. Si los calores siguen así, esto no se vuelven a congelar, no se recuperan más”.
Por este motivo, dentro de la ley estaba pedido también la conservación del ambiente periglacial de las partes más altas de la montaña.
Es que este suelo congelado se forma a a través de cientos de años de acumulación de hielo y aportan agua a las cuencas de los ríos.
Desde el Ianigla también explicaron que no hay datos certeros de cuántos glaciares existen en Mendoza ni cuál es su masa. Existe un censo fotográfico de 1981 que no refleja el estado actual del hielo cordillerano.
Por este motivo, el inventario de los glaciares y los suelos periglaciales sería útil para estimar hasta dónde y cómo debe desarrollarse la actividad económica en Mendoza para no perjudicar el medio ambiente.
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