El calentamiento global ha originado un proceso de desaparición de los glaciares de montaña en México, por lo que se calcula que las masas de hielo del Iztaccíhuatl y el Pico de Orizaba desaparecerán en un lapso de entre 10 y 35 años, respectivamente, advirtió el especialista del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Hugo Delgado Granados.
Al participar en el séptimo Encuentro de Investigadores del Grupo de Trabajo Hielo y Nieve para América Latina y el Caribe, del Programa Hidrológico Internacional de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, el científico mexicano afirmó que el glaciar del Popocatépetl está en franca extinción.
En la reunión, realizada en Colombia –que concentró a especialistas de la nación anfitriona, Alemania, Brasil, Argentina, Chile, Francia, Bolivia, Venezuela, Perú, Ecuador y México–, explicó que el problema del Iztaccíhuatl es la altitud –5 mil 200 metros–, a la cual los cuerpos de nieve son vulnerables.
La temperatura de los hielos es cercana a cero grados centígrados, y la del ambiente no es lo suficientemente fría para preservarlos; por tanto, en cualquier momento se pueden fundir, enfatizó.
El panorama para el Pico de Orizaba, agregó, es un poco más alentador, pues se calcula que sus glaciares pueden permancecer hasta 2040, ya que su altitud es de 5 mil 700 metros, lo que le permite mayor acumulación de hielo.
No obstante, consideró, el espesor de las capas es de unos 10 metros, con máximo de 40 y una temperatura cercana a cero grados, lo que las hace vulnerables.
Según información que difundió la UNAM, el experto detalló que en el siglo pasado se intensificó la pérdida de los cuerpos de hielo, principalmente desde 1950, aunque a finales de los años 70 aumentaron de tamaño, y en la siguiente década se incrementó el derretimiento.
Destacó que la situación es preocupante no sólo en México, sino en otros países latinoamericanos, como Perú, donde se han perdido 145 glaciares en las dos décadas anteriores.
El problema con los deshielos, apuntó, es que provocan escurrimientos hacia lagos o forman lagunas contenidas por morrenas (presas naturales hechas con rocas erosionadas y acumuladas por los glaciares), que en sus intersticios padecen la fusión por el calentamiento global, lo que puede ocasionar un desbordamiento o colapso y generar una tragedia.
Aunque la solución sería drenarlas, a largo plazo, con la desaparición de los glaciares, no se contaría con agua para sistemas hidroeléctricos ni consumo humano, como sucedió en Bolivia, donde se extinguió el cuerpo de hielo en la montaña Chacaltaya y dejó sin el líquido a La Paz.
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