En Rat in the kitchen, la banda inglesa UB40 manifiesta preocupación por una rata que merodea la cocina y lanza un interrogante: “¿Qué voy a hacer?”. Los vecinos de la Villa 3 y Los Piletones se hacen la misma pregunta. Un estudio que tuvo el apoyo del Servicio de Zoonosis del Hospital Muñiz determinó que de 19 ejemplares adultos de Rattus norvegicus capturados siete hospedaban el virus de la leptospira. Esos barrios forman parte de las zonas con mayor presencia de roedores en la ciudad. Héctor Coto, biólogo y responsable del estudio, advirtió que si el saneamiento de la cuenca Matanza-Riachuelo propuesto por la Autoridad de Cuenca Matanza-Riachuelo (Acumar) no contempla un análisis exhaustivo de la cantidad de roedores y su posterior control, las tareas previstas allí “provocarán una dispersión masiva de ratas hacia el interior de los barrios aledaños al curso de agua, con consecuencias sanitarias importantes para la región”.
El año pasado se notificaron al sistema de salud 630 casos de leptospirosis en todo el país y más del 90 por ciento fueron identificados en Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires y la región metropolitana.
El relevamiento de la Fundación Mundo Sano, que dirige Coto, y el Ministerio de Medio Ambiente de la ciudad de Buenos Aires alerta sobre el “alto riesgo sanitario” que las ratas pueden ocasionar. A partir de la inspección ocular de huellas, sendas y madrigueras se determinó que los roedores cuentan en esos barrios con refugio y alimento, lo que sumado a las situaciones de pobreza presenta un contexto “preocupante” para sus habitantes.
En Almagro también se padece la presencia de roedores en terrazas y departamentos. Una vecina de Lavalle al 3700 relató que encontró ratas en su cocina el jueves pasado. “Nunca tuve este problema en mi casa, pero encontré seis crías detrás de un lavarropas. Creo que el boom de la construcción en el barrio y la gran cantidad de cables que cuelgan en las terrazas son elementos que favorecen la llegada de las ratas a los departamentos.”
Convertida en Unidad de Vinculación Tecnológica en 2002 por resolución de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, la fundación realizó en 2000 otro estudio en 173 estaciones de muestreo ubicadas en diferentes puntos de la Capital Federal. En esta oportunidad, se encontró que Costanera Norte, Villa Soldati, Mataderos, La Boca, Barracas, el puerto de Buenos Aires y, paradójicamente, la exclusiva zona de Puerto Madero presentaban abundancia de Rattus rattus y, sobre todo, de Rattus norvegicus, que superaban ampliamente los valores tolerables en términos epidemiológicos, elevando el riesgo de contraer enfermedades que pueden provocar la muerte (leptospirosis) o dolencias menos “graves” (salmonelosis, hymenolepiasis, ascaridiasis y fiebres por mordedura).
“Es importante anular las áreas de alta concentración de roedores porque de este modo se neutralizan sus centros de dispersión –afirma Coto–. Con un 20 o 30 por ciento de la superficie total de la zona de estudio bajo control, el problema se termina.” Para el biólogo, el método que los organismos oficiales utilizan actualmente para desratizar no es el más aconsejable: “No se hace diagnóstico de situación, se desparraman raticidas a mansalva y esto no suele ser tan efectivo porque no se sabe dónde se concentran los roedores. Además, entraña un alto riesgo de intoxicación de la población afectada”.
“Exito de trampeo” es el procedimiento que la fundación sigue para determinar la abundancia de ratas. La fórmula surge del cociente entre el número de animales capturados y el esfuerzo de captura (cantidad de trampas colocadas en la zona donde se trabaja). Por último, el resultado de esta operación se multiplica por el número de días que funcionaron las trampas. Así se estima, con cierta aproximación, el valor de captura, es decir, cuántas ratas se apresaron con éxito.
Se considera que el valor tolerable de capturas ronda el 5 por ciento. “En términos ecológicos, de superarse este porcentaje, las ratas necesariamente tendrán que solapar sus nichos con la actividad humana, cuestión que se traduce en un aumento en el contacto con roedores y transmisión de enfermedades; en definitiva, una seria amenaza para la salud pública”, expresó el especialista.
Sobre la acción del Estado, Coto destaca que la presencia de ratas no tiene que ver con situaciones inabordables, sino con “la negligencia de quienes tienen que gestionar. Hace décadas que el control de roedores, bajo potestad de los municipios, no forma parte de las prioridades en sus agendas de salud”. |
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