Sólo de día. Por las noches, es casi imposible conseguir agua en la canilla más cercana, a varias cuadras. Noelia tiene 29 años y cuatro hijos. Hace cuatro años que vive con su compañero en un ranchito de lata muy pequeño, donde apenas caben una cama de dos plazas y una cucheta. En el espacio que queda vacío sólo hay una cómoda que hace de living y cocina. Todo es muy reducido. No hay baño.
Pero todo está limpio. El bebé de dos meses duerme plácidamente sobre la cama de los padres, perfectamente tendida. El resto los niños de la casa se va a la escuela. Ella cuelga la ropa recién lavada, a mano, en un balde de diez litros.
La historia de esta mujer que vive en el asentamiento "La Farola", ubicado en la falda de la Fortaleza del Cerro, es parecida a la de otras madres y vecinos que habitan allí desde hace mucho tiempo. Las condiciones de vida son extremas en una zona que se encuentra a una hora del centro de Montevideo.
Además de vivir en condiciones muy precarias, sufren a causa de la pobreza por no tener agua. Un día de calor, de los más intensos del verano, puede ser "matador" para estas familias que no tienen acceso a este "tesoro" público.
Noelia cuenta: "Voy a buscar agua allí abajo, en esa casa blanca. Ahora en verano no hay casi nada de agua. Antes sacábamos de ese caño señala con su mano hacia el sitio donde OSE se encuentra realizando arreglos pero ahora no nos dejan sacar más".
El acarreo de agua es casi constante a las once del mediodía. Por la tarde y noche puede ser que ya no quede. "A veces sólo sale agua a las siete, y después vuelve a la madrugada.
Una vez estuvimos hasta quince días sin agua", cuenta otro de los vecinos consultados en la recorrida que LA REPUBLICA realizó por "La Farola".
Washington vive en el lugar hace diez años, y durante todo este tiempo ha tenido que acarrear agua. Afuera de su casa se pueden observar dos baldes y un bidón. "Hoy ya fui. Yo soy solo y me arreglo con esas tres tarrinas, pero acá hay muchas familias con hijos", expresa, mientras sus manos siguen trabajando en el armado de un cigarro, a la sombra de un árbol.
Más adelante están Alicia y sus dos hijas. El hijo pequeño de Alicia ya se encontraba en la escuela. Su marido no está. Trabaja en la construcción. A las once de la mañana ya fue a buscar el agua para las primeras tareas de su casa. Alicia llega a gastar más de sesenta litros por día entre lo que usa para la ropa, hacer la comida, bañarse y limpiar su hogar.
Con sed y sin saneamiento
Subir por el camino de piedra totalmente empinado y angosto, con el sol ya en lo alto, no era un panorama tan desolador. Ranchos de lata, niños, algún hombre tomando mate a la sombra de un árbol, esa era la foto.
Después de caminar unos metros, comenzamos a verificar la situación en que viven alrededor de 35 familias del Cerro que no tienen agua ni saneamiento, y que además viven en extrema pobreza.
En algunos de los rincones de este asentamiento, el olor a orines era muy fuerte. "Yo no tengo baño, no tengo donde tirar las necesidades. Con los vecinos las tiramos para ahí", dice Noelia al señalar unos pastizales.
"Tratamos igual de tener todo limpio. La basura la quemamos y limpiamos para que no haya olor. Pero igual es complicado", admite.
El testimonio de Andrea es el mismo. Ella tiene cinco hijos. "El agua se la pedimos a la señora que vive al lado del parador. Si no hay, tenemos que ir a la casa de otro vecino que vive más lejos. Pero si tampoco hay, tenemos que ir hasta el cementerio (del Cerro). La gente acá a veces no te da agua, es mala, no se da cuenta de que es necesaria. Tengo cinco tarrinas de cinco litros, las cargo todo los días y me quedo corta. Yo soy sola para traer el agua. Tengo muchas discrepancias con mis hijos, que no quieren ir a buscarla", relata.
La mayoría del agua es transportada por las mujeres. A veces van niños. Cuando están muy cansadas les dan algunas monedas a los niños del lugar para que se las traigan.
La importancia del agua
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la falta de agua, además de aumentar la incidencia de enfermedades como la diarrea, "condena a muchas mujeres y niños a la pobreza y les niega oportunidades de educación y empleo al verse forzados a dedicar muchas horas del día a cargar agua".
Unicef ha alertado mundialmente sobre este problema. La falta de acceso al agua potable y el saneamiento tiene repercusiones irreversibles. "Las enfermedades diarréicas y los parásitos intestinales que disminuyen la energía prosperan en entornos poco higiénicos y son la causa de más de mil millones de enfermedades todos los años", asevera la organización.
Las cifras señalan que alrededor de 1,6 millones de niños y niñas mueren anualmente debido a estas enfermedades, y muchos más sufren desnutrición, debilidad y dificultades para aprender.
"Yo a veces me preguntó, cuando hablan del tema de la diarrea en verano y de los cuidados que hay que tener, ¿qué hacemos, acá que no tenemos agua? Vivimos en un rancho, con moscas, tenemos un basurero acá. Yo no tengo ni baño, ni piso. Tengo un pozo pero está abierto. Lo hicimos nosotros para tirar la materia", cuenta una vecina al reflexionar sobre la situación en la que viven ella y el resto de sus vecinos.
No tiene trabajo y hace feria. Hace 4 años que vive en "La Farola". "Pedimos por lo menos que pongan una canilla pública. Antes, por lo menos, las familias normales tenían agua en su casa, y muchos tenían una canilla en cada esquina. Hoy, con tanto adelanto que hay, nosotros no tenemos una gota de agua".
El tesoro lo tiene Nancy
Nancy es la vecina que vive en una casita que pertenece al viejo y abandonado parador de la Fortaleza del Cerro. Es adonde todos los vecinos llegan a buscar agua. Una canilla en el patio abastece a las familias. Al hablar con LA REPUBLICA cuenta que en verano el movimiento es mucho mayor. Para ella, tendrían que poner una canilla pública.
"Ahora hay agua, pero después no hay más hasta la noche. No sabés el trabajo que pasan después para subir con los baldes; eso es todo repecho", afirma. Su hijo Darío interviene en la conversación: "El que hace más fuerza es Fernando. Viene con un carro y una cantidad de bidones".
JUNTA ELEVO PEDIDO A OSE
El problema de "La Farola" llegó a la Junta Departamental, desde donde se procura llevar el servicio de agua lo más rápido posible. Para eso, votó una minuta de aspiración a través de la que apela al proyecto social de OSE para que se encargue de suministrar el agua a este asentamiento. Mientras tanto, la posibilidad de un realojo está lejos. Desde la Comisión de Asentamientos se informó que se acaba de solicitar a la comuna el realojo para estas familias, ya que en un futuro será imposible llevar el agua hasta la zona, por su ubicación y las condiciones del suelo.
Asimismo, otro asentamiento que se encuentra en la misma situación que "La Farola" está localizado en la zona de Villa García, en la continuación de La Corona y El Hornero, en el kilómetro 21 de Camino Maldonado.
Allí se encuentran instalados setenta hogares que viven en condiciones precarias y que tampoco tienen acceso al agua potable.
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