ALTAMENTE preocupante es el panorama sanitario en Viedma, conforme lo plantea la crónica publicada en nuestra edición de ayer, según la cual ha transcurrido un año desde que dejara de funcionar la planta de tratamiento de líquidos cloacales. Como consecuencia de ello, dichos materiales son derivados al río Negro, en una actitud harto peligrosa, que compromete la salud de los pobladores de la capital rionegrina, además de generar una contaminación en uno de los principales cursos de agua con que cuenta la Argentina. Obviamente, entre el vecindario de Carmen de Patagones la inquietud tiene su reflejo.
DE ACUERDO con lo afirmado por concejales que visitaron el lugar con una torta que irónicamente conmemoraba el primer aniversario desde que la planta dejó de operar, los piletones se encontraban llenos de aguas servidas. Los ediles advirtieron sobre los peligros que la situación implica para el río Negro. "¿Cómo vamos a llamar al turismo si estamos todos los días contaminando el río?", se preguntó, con justificados argumentos.
POR SI ello fuera poco, sostuvieron los concejales que la red cloacal urbana de Viedma muestra agudas deficiencias y se notan obturaciones, de donde se deduce que el próximo verano presentará un escenario sumamente comprometido para los frentistas, ya que los líquidos cloacales no alcanzarán a derivarse en su totalidad y podrían filtrarse por debajo de los terrenos ocupados por las viviendas particulares.
ANTE ESTOS reclamos, que, sin duda, son el reflejo del pensamiento de los viedmenses, desde Aguas Rionegrinas Sociedad Anónima (ANSA) se respondió que comenzó el llenado de las lagunas de la planta depuradora, para instalar más tarde los equipos de aireación flotantes y, por último, llevar a cabo la depuración de los líquidos. Asimismo, la repartición aludió a otros trabajos realizados a lo largo del año, aunque --si nos atenemos a la denuncia de los concejales-- la delicada situación no ha podido ser conjurada como lo merece el vecindario.
EL DISEÑO de un plan director en materia sanitaria fue ratificado, mientras tanto, por funcionarios competentes. Dicha tara llevará no menos de seis meses, tras lo cual se deberán encarar los trabajos correspondientes, cuya finalidad será la de adecuar la nueva estructura a los requerimientos de Viedma atento su crecimiento demográfico. Sin duda, ello supone que todavía pasará algún tiempo hasta que se alcance la normalidad en la prestación de un servicio fundamental directamente relacionado con la calidad de vida de la gente.
NI SIQUIERA el hecho de ser capital de provincia parece haber dejado a Viedma a salvo de desafortunadas contingencias sanitarias como las expuestas estos días. De las manifestaciones de los diversos sectores consultados surge que no se habría actuado con la suficiente previsión para evitar emergencias de tales características. Por lo tanto, cabe esperar que ello pueda ser corregido a la mayor brevedad posible y que la experiencia sirva para el futuro.
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