Luego de cinco días del inicio de las inundaciones que causaron al menos 99 muertos en el estado brasileño de Santa Catarina, el panorama era desolador ayer, con miles de personas en refugios temporales en espera de que llegue la ayuda pública y de donantes.
Iglesias, escuelas y edificios públicos ofician de albergues para unas 79.000 personas evacuadas, indicó ayer el secretario nacional de Defensa Civil, Roberto Guimaraes.
Defensa civil anunció que 285 toneladas de alimentos están disponibles para los afectados, pero sólo 42 toneladas pudieron ser entregadas ya que buena parte de la región está inundada.
El agua potable mientras tanto escasea, la electricidad y el gas siguen cortados y hacen falta medicamentos, en una situación en la que el riesgo de epidemias aumenta cada día que pasa.
En tanto, el turismo perdió unos 52 millones de dólares en una semana, según fuentes del sector. Ayer, seis comunas estaban aisladas todavía, y la ayuda sólo podía llegar por helicópteros. Más de 1,5 millones de personas se vieron afectadas por las lluvias.
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