ENTRE LAS obras anunciadas durante la reciente visita del gobernador provincial, Daniel Scioli, y otros componentes del Poder Ejecutivo, figura el revestimiento del canal Maldonado. Es oportuno asegurar el mantenimiento de dicho conducto, que a lo largo de algo más de medio siglo ha demostrado su alta eficiencia para derivar las aguas del arroyo Napostá cuando se originan crecidas en el caso de lluvias de inusuales milimetrajes en la cuenca serrana.
LA ADECUADA conservación del canal es un imperativo que lleva implícita la protección para miles de pobladores de zonas que, en tiempos pasados, quedaban expuestas al avance incontenible del agua. Las viejas crónicas señalan, por ejemplo, que en 1933 un mar urbano se desplazaba por la avenida Alem; en otros barrios, dentro de la jurisdicción de Las Villas, estos fenómenos solían causar daños casi irreparables en las viviendas particulares y no era extraño ver los muebles arrastrados por el agua.
A MEDIADOS del siglo pasado, la solución llegó de la mano de la construcción del canal Maldonado que, desde el Parque de Mayo, y a lo largo de poco más de seis kilómetros, permitía derivar al mar los excedentes del Napostá cuando las precipitaciones determinaban una crecida de magnitud. También los archivos recuerdan que el primer serio desafío ocurrió a mediados de 1955, cuando quedó demostrada la eficiencia de la obra ejecutada por la Dirección de Hidráulica del gobierno bonaerense. Todo transcurrió con normalidad, pese al extraordinario volumen de agua que fue preciso canalizar hacia su destino final.
CLARO QUE también hubo lapsos de descuido y, por consiguiente, de riesgo para los sectores próximos. En noviembre de 2002, tras una precipitación de importancia, unas 300 losas quedaron afectadas por la crecida y de inmediato se advirtió que la reparación debía ser perentoria, a los efectos de cubrir eventuales riesgos. Sin embargo, a partir de allí comenzó un lapso de incertidumbre, signado por las dilaciones propias de la burocracia gubernamental.
DESDE EL municipio se elevaron a La Plata las correspondientes solicitudes para que se ordenaran los trabajos de restauración, correspondientes a la administración bonaerense. Mientras pasaba el tiempo, la propia comuna asumió por su cuenta la responsabilidad de efectuar algunas tareas provisionales. En agosto de 2003, las crónicas advertían que se estaba "cerca del colapso" en el canal, porque los arreglos no llegaban y el panorama se tornaba cada vez más crítico. Finalmente, la licitación se produjo en diciembre del mismo año y se adjudicó la obra en marzo de 2004. Pero no fue sencillo avanzar, porque interferencias sindicales provenientes del gremio de la construcción obligaron a una paralización de casi tres semanas, hasta que pudo llegarse a un acuerdo y concluir las tareas.
CLARO QUE siempre queda algo por completar. Y es lo que acaba de licitar el gobierno provincial. Cabe esperar que estas tareas puedan ejecutarse con prontitud y, al mismo tiempo, se puedan tomar medidas para que el canal Maldonado cumpla estrictamente su trascendente función y no sea utilizado por vecinos irresponsables como un basural.
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