Romina Picolotti sabía que su salida del Gobierno era apenas una cuestión de tiempo. Y cuando ayer la citó el jefe de Gabinete Sergio Massa entendió que había llegado el momento de la partida. La reunión con Massa sólo oficializó lo que ya era vox populi. Luego de reunirse con Massa, Picolotti volvió a la Secretaría de Ambiente y convocó a sus subalternos. Había llegado el momento de la despedida. Entonces reunió a su equipo, hizo un balance de su gestión y anunció que se iba. La escucharon los tres subsecretarios en funciones y su jefe de Gabinete. Picolotti les aclaró que los dejaba en libertad de acción, por si alguno quería seguir en el puesto. No es muy probable que eso suceda. Para eso, el nuevo secretario, el bonaerense Homero Bibiloni, un ex funcionario de Ginés González García, debería ratificarlos en sus cargos.
El último balance que hizo Picolotti tuvo varios testigos. La escucharon los subsecretarios Fernando Melillo (Coordinación Políticas Ambientales), José Musmeci (Planificación) y Raúl Vidable (Control y Fiscalización), también el jefe de Gabinete de la secretaría: Juan Manuel Picolotti, hermano de la ex funcionaria. La designación de su hermano fue uno de los aspectos de la gestión más cuestionados en los medios. En su monólogo de casi cuarenta minutos, Picolotti evitó detonar todos los puentes con el Ejecutivo. Dijo que los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández eran lo mejor que le podía haber pasado al país en los últimos años. También admitió que su oposición al veto a la ley de los glaciares le había generado un nuevo cortocircuito con la Presidenta.
Picolotti no había logrado establecer buenas relaciones con varios ministros. Su vínculo con el ex ministro de Salud Ginés González García no fue el mejor. También tuvo roces con el canciller Jorge Taiana, con quien debía trabajar en conjunto por el conflicto con Uruguay por la planta de Botnia. La difusión pública de algunos contratos muy onerosos solventados por la secretaría fue otro de los problemas que abrió grietas en su relación con los Kirchner. Sin embargo, su continuidad no pareció estar en riesgo mientras Alberto Fernández se mantuvo como jefe de Gabinete. Pero con la renuncia de Fernández todo comenzó a cambiar.
La primera señal fuerte fue el alejamiento de Héctor Capaccioli de la Superintendencia de Salud. Cuando se concretó, el nombre de Picolotti sonaba como parte de una terna de funcionarios que aparentemente tenían el retiro asegurado: el tercero en cuestión era Claudio Ferreño, que hace poco dejó la Subsecretaría de Relaciones Institucionales de la Jefatura de Gabinete, donde asumió Juan Amondarain. Para el mapa interno del Gobierno, Cappacioli, Picolotti y Ferreño tenían algo en común: debían su designación a la influencia de Fernández. Cerca del ex jefe de Gabinete relativizan esa afirmación. Dicen que Picolotti no era del riñón de Fernández y que había sido elegida por su condición de especialista y de abogada de la Asamblea de Gualeguaychú.
En los últimos días, Picolotti estaba trabajando junto con el senador Daniel Filmus en un nuevo proyecto de ley de protección de glaciares. Su idea era consensuar una nueva iniciativa con la Casa Rosada. El veto presidencial había terminado de fracturar su relación con la Presidenta. |
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