Según cálculos de expertos que recorrieron la región, de un total de 160 toneladas de miel que se producen por campaña en años normales, se perdió hasta el momento más del 80 por ciento.
Mario Herter, directivo de la Cooperativa de Productores Apícolas Limitada (Copal), y el técnico apícola Carlos Gauna, mostraron a NORTE la zona donde se concentra la producción apícola, y que hoy aparece jaqueada por las condiciones climáticas y la falta de alimento natural para las abejas.
En el campo de Rubén Fernández, a unos 16 kilómetros de Charata, en el límite entre Pampa Roldán y Pampa Cabrera, los productores de la Copal recorrieron los dos apiarios que pertenecen a la entidad y trazaron una realidad preocupante. En ese lugar hay 80 cajones de abejas distribuidos en colmenas grandes y otras formadas para la actual campaña. Allí cerca, se habían implantado algunos lotes con girasoles tempranos, para generar néctar, el principal alimento de las abejas. Pero el calor impidió el desarrollo de las plantas.
“No tenemos producción de miel hasta ahora.
La expectativa es que en diciembre o enero haya alguna floración del monte, pero tampoco alcanzará para pasar las colmenas a la próxima campaña, que también está en duda”, explicó Herter. Así, reveló que durante esta época del año se cosechaba el 70% de la producción y, con las actuales condiciones meteorológicas, no fue posible recolectar nada. “Estamos en el corazón de la fecha de producción. En años anteriores, nosotros en la cooperativa ya habíamos recibido un 50% de la producción de miel, con los adelantos de los productores”, puntualizó.
Considerando la crítica situación que atraviesa la apicultura, los productores se reunieron días pasados para acordar gestiones ante las autoridades provinciales del ministerio de Economía y Producción. “Queremos que el gobierno conozca esta situación, porque quizás, como la apicultura es una producción poco conocida en el Chaco, es dejada de lado”, observó Herter. Así, dijo que la idea es poner en conocimiento del gobierno, la importancia de la producción apícola en las distintas regiones del Chaco, y específicamente en el sudoeste, donde tiene su ámbito de actividad la Copal. “En años buenos, se mantienen muchos productores trabajando y viviendo de esta producción”, ponderó.
Ante la crisis, el temor de los directivos de la Copal es la desaparición de pequeños productores que hacen de la actividad su medio de vida. “Se quedaron con pocas abejas y no las pueden atender porque su situación económica no se lo permite. Así, podrán terminar vendiendo lo poco que tienen”, trazó, con preocupación.
Cómo resistir
En este contexto, Herter reveló que desde la entidad, los productores ya comenzaron a pensar en la próxima campaña, tratando de preservar algunas colmenas en buen estado. “De aquí a marzo-abril, la idea es que haya algún rebusque para que no necesiten alimentación”, explicó, al tiempo que agregó que después, para los meses siguientes serán necesarios gastos en sanidad y movimiento, para mantener las colmenas de cara a la campaña que se inicia en agosto-septiembre.
Ahora, los productores alimentan algunos módulos inaugurados en septiembre pasado, porque las plantas no generan el néctar necesario para que las colmenas crezcan. “La expectativa es que tengamos una buena lluvia, que haya un flujo de néctar y que florezca el monte, para poder solventar así a las colmenas”, explicó Herter.
“Si llueve, podremos salvar algunos núcleos y las colmenas, pero no podemos hablar de producción porque estamos fuera de época. Lo poco que habrá será para pasar el invierno y tratar de que no se vayan las abejas”, señaló finalmente.
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